-La libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones que
a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que
encierra la tierra ni el mar encubre; por la libertad, así como por la honra,
se puede y debe aventurar la vida, y, por el contrario, el cautiverio es el
mayor mal que puede venir a los hombres. Digo esto, Sancho, porque bien has
visto el regalo, la abundancia que en este castillo que dejamos hemos tenido;
pues en metad de aquellos banquetes sazonados y de aquellas bebidas de nieve,
me parecía a mí que estaba metido entre las estrechezas de la hambre, porque no
lo gozaba con la libertad que lo gozara si fueran míos; que las obligaciones de
las recompensas de los beneficios y mercedes recebidas son ataduras que no
dejan campear al ánimo libre. ¡Venturoso aquél a quien el cielo dio un pedazo
de pan, sin que le quede obligación de agradecerlo a otro que al mismo cielo!
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario