Carta
de don Quijote de la Mancha a Sancho Panza, gobernador de la ínsula Barataria
Cuando
esperaba oír nuevas de tus descuidos e impertinencias, Sancho amigo, las oí de
tus discreciones, de que di por ello gracias particulares al cielo, el cual del
estiércol sabe levantar los pobres, y de los tontos hacer discretos. Dícenme
que gobiernas como si fueses hombre, y que eres hombre como si fueses bestia,
según es la humildad con que te tratas; y quiero que adviertas, Sancho, que
muchas veces conviene y es necesario, por la autoridad del oficio, ir contra la
humildad del corazón; porque el buen adorno de la persona que está puesta en
graves cargos ha de ser conforme a lo que ellos piden, y no a la medida de lo que
su humilde condición le inclina. Vístete bien, que un palo compuesto no parece
palo. No digo que traigas dijes ni galas, ni que siendo juez te vistas como
soldado, sino que te adornes con el hábito que tu oficio requiere, con tal que
sea limpio y bien compuesto.
Para
ganar la voluntad del pueblo que gobiernas, entre otras has de hacer dos cosas:
la una, ser bien criado con todos, aunque esto ya otra vez te lo he dicho; y la
otra, procurar la abundancia de los mantenimientos; que no hay cosa que más fatigue
el corazón de los pobres que la hambre y la carestía.
No
hagas muchas pragmáticas; y si las hicieres, procura que sean buenas, y, sobre
todo, que se guarden y cumplan; que las pragmáticas que no se guardan, lo mismo
es que si no lo fuesen; antes dan a entender que el príncipe que tuvo
discreción y autoridad para hacerlas, no tuvo valor para hacer que se
guardasen; y las leyes que atemorizan y no se ejecutan, vienen a ser como la
viga, rey de las ranas: que al principio las espantó, y con el tiempo la
menospreciaron y se subieron sobre ella.
Sé
padre de las virtudes y padrastro de los vicios. No seas siempre riguroso, ni
siempre blando, y escoge el medio entre estos dos estremos, que en esto está el
punto de la discreción. Visita las cárceles, las carnicerías y las plazas, que
la presencia del gobernador en lugares tales es de mucha importancia: consuela
a los presos, que esperan la brevedad de su despacho; es coco a los carniceros,
que por entonces igualan los pesos, y es espantajo a las placeras, por la misma
razón. No te muestres, aunque por ventura lo seas -lo cual yo no creo-,
codicioso, mujeriego ni glotón; porque, en sabiendo el pueblo y los que te
tratan tu inclinación determinada, por allí te darán batería, hasta derribarte
en el profundo de la perdición.
Mira
y remira, pasa y repasa los consejos y documentos que te di por escrito antes
que de aquí partieses a tu gobierno, y verás como hallas en ellos, si los
guardas, una ayuda de costa que te sobrelleve los trabajos y dificultades que a
cada paso a los gobernadores se les ofrecen. Escribe a tus señores y
muéstrateles agradecido, que la ingratitud es hija de la soberbia, y uno de los
mayores pecados que se sabe, y la persona que es agradecida a los que bien le
han hecho, da indicio que también lo será a Dios, que tantos bienes le hizo y
de contino le hace.
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