Lo vi dudar. Lo vi sufrir... era uno de esos idiotas que se creen lo que dicen creer.
Todos acarreamos en nuestro interior a los varios o los muchos que hemos sido, de todos ellos se alimentan nuestras fortalezas y nuestras debilidades.
A veces la vida se presenta así. Inapelable. Y sólo queda acatarla.
Nos habíamos hecho a tenerlo todo controlado, a que los problemas fueran predecibles, o más bien a la ilusión de que lo eran. Esto nos devuelve a lo que de verdad somos: un milagro que se sostiene en la incertidumbre.
Qué razón tenía quien dijo que las palabras son poderosas, y que cuando son las justas llegan al fondo y obligan a quien las escucha a pensar en lo importante.
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