Ninguna ley dice que los dioses deban ser justos.
¿Hay algo más heroico que luchar por el honor de la mujer más hermosa del mundo contra la ciudad más poderosa de oriente? Perseo no puede presumir de tanto, ni Jasón. Heracles mataría a su mujer de nuevo a cambio de tener la ocasión de acompañarnos. Dominaremos Anatolia y todo el camino hacia Arabia. Grabaremos nuestros nombres en las historias de todas las edades venideras.
Verdad es lo que los hombres creen.
La fama sigue cursos extraños: la de unos aumenta al morir y la de otros se desvanece. Lo que admira una generación, la siguiente lo aborrece… Es imposible decir quién va a sobrevivir al holocausto de la memoria. ¿Quién sabe?
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