"... y aún hoy
me asalta de cuando en cuando, devolviéndome sombras que acaso no desaparezcan
jamás de mi memoria. Tal vez la infancia es más larga que la vida."
"Y eso para mí
fue un gran asombro: había gente en el mundo que no sabía leer. ¡Qué
desgraciados debían de sentirse!"
"Y entonces sentí un gran deseo de comunicar la paz o la felicidad, esa peligrosa palabra que no debe pronunciarse y que de pronto había llegado a mí. Pero sólo se me ocurrió apretarle la mano. Lo hice una sola vez, y casi al instante él me devolvió el apretón: y lo hizo dos veces. Los dos mirábamos hacia el cielo casi blanco, y con otro apretón de manos volví a decirle que le quería. Me respondió de la misma forma. Creo que nunca, ni antes ni después, he mantenido con nadie una conversación más íntima, más explícita. Ni tan bella."
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