miércoles, 10 de octubre de 2018

Sabotaje. Arturo Pérez-Reverte

Mi corazón está con la República. Pero no me hago ilusiones sobre mis compatriotas. Destruyeron una primera república y una monarquía, y destruirán la república de ahora... Si le soy sincero, tanto miedo me da la barbarie de los moros de Franco y los mercenarios de la Legión como el analfabetismo criminal de las milicias anarquistas y comunistas. En los dos bandos me han fusilado a familiares y amigos.

la Historia, acelerada en su modernidad, imponía una selección natural donde la mujer, sin duda, emergía como nueva heroína del siglo. Ellas hacían cosas que nunca habían hecho antes, y las abordaban con más disciplina, con más fe, con más crueldad, incluso, que los propios hombres. Tal vez porque aún no habían tenido tiempo de construirse una retaguardia, y lo sabían. Para ellas, en esa fase todavía peligrosa, derrota equivalía a aniquilación. La debilidad, la piedad, eran lujos que no podían permitirse. Y quizá las supervivientes, las que viesen amanecer tras la noche negra que se extendía por Europa y mundo viejo, fuesen la verdadera raza superior, después de todo. El futuro.

Juntar a monárquicos con yugos y flechas es mezclar agua y aceite. Además, que el brazo en alto sea saludo obligatorio desde el mes pasado no gusta a nadie, excepto a los falangistas. Pero el Caudillo ni se inmuta, porque le importa un pito. sobre todo ahora, con José Antonio enterrado en Alicante... Los rojos que lo llaman fascista no tienen ni idea. Se ponga camisa azul o túnica de Jesús Nazareno, él es un militar puro, desprovisto de imaginación: lo que quiere es ganar la guerra, asegurar su poder personal y que todos marquen el paso.

Sus compatriotas son refractarios a demasiadas cosas. Ni el fascismo ni el comunismo calan de verdad en ellos; he visto allí más oportunistas que gente con ideas firmes... Sólo el anarquismo encaja con su carácter, y eso los hace imprevisibles y peligrosos. Incluso los más disciplinados ignoran la palabra disciplina. Eso no les impide morir dignamente, como formidables guerreros que son... Aunque, para su desgracias, seguirán siendo siempre españoles.


No hace falta ser un sabio para explicarlo -respondió-. El comunismo, el anarquismo y el fascismo penetran en un pueblo que lleva siglos queriendo ajustar cuentas consigo mismo... Y que, en su mayor parte, apenas sabe leer.

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