lunes, 9 de julio de 2018

La tía Tula. Miguel de Unamuno.

Ojalá pudiera medirse el dolor humano con números claros y no con palabras inciertas. Ojalá hubiera una forma de saber cuánto hemos sufrido, y que el dolor tuviera materia y medición. Toda hombre acaba un día u otro enfrentándose a la ingravidez de su paso por el mundo. Hay seres humanos que pueden soportarlo, yo nunca lo soportaré.

Vivimos solas, te he dicho. Las mujeres vivimos siempre solas.

Nada; discreteos de tu marido sobre las ventajas e inconvenientes del matrimonio.
¡No hables de eso, Ramiro! Vosotros los hombres apenas sabéis de eso. Somos nosotras las que nos casamos, no vosotros.

¿Qué es eso de que estáis hablando? -dijo Rosa acercándose y dejándose caer abatida en un sillón.

... Cómo el amor hace morirse a la vida y vivir la muerte; cómo el vivía ahora la muerte de su Rosa y se moría en su propia vida.

No quiso que a la niña se le ocupase demasiado en aprender costuras y cosas así. "¿Labores de su sexo? -decía-, no, nada de  labores de su sexo; el oficio de una mujer es hacer hombre y mujeres y no vestirlos.

...Palpitante de congoja y henchido de zozobra.

Le hablaba ella del mar y eran sus palabras, que le llegaban a él envueltas en el rumor no lejano de las olas, como la letra vaga de un canto de cuna para el alma.

No lo volveré a pensar, Pero, ¿quién pone barreras al pensamiento?

No hay comentarios:

Publicar un comentario