viernes, 2 de febrero de 2018

Rendición. Rai Loriga

...Se obedece porque conviene y se duda porque se piensa. Y si una cosa salva la vida, la otra al parecer salva el alma.

Una vez que se admite que Dios no lo ha elegido a uno para nada extraordinario, se empieza a vivir de veras como se tiene que vivir, con los pies y las manos dentro de un círculo marcado en la arena, sin pisar más allá de lo que te toca ni querer coger lo que no es tuyo.

La gente hace como que le importa mucho lo de los otros pero no me creo que sea verdad, ni aquí ni en ningún otro sitio. Tampoco creo que les importe a los curas, para ser sincero, ni me parece posible que Dios nos conozca a todos por el nombre. En fin, que cuando se trata de lo que un hombre lleva en el corazón o en la cabeza, no hay más que un hombre al que le importe, y por eso desde muy chico decidí no andar por ahí contándole mis cosas a nadie. Ahora que ni siquiera yo era capaz de reconocer mis propias dudas, ni si sentía de veras esto o lo otro, me había quedado más solo que la una y más callado que mi pequeño Julio, pues supongo que él al menos hablaría para sí con la voz clara de su alma, algo que yo sin arme ni cuenta había dejado de hacer. Como si fuéramos dos que caminábamos juntos sin hablarnos.

...Jamás había soñado con llegar a estos extremos, con ser tan feliz frente a la adversidad, y sobre todo a mi pesar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario