¿Dialoga? ¿Con quién?
Consigo mismo. Nuestra conversación
interior es un diálogo, y no ya sólo entre dos, sino entre muchos. La sociedad
nos impone silencio y una conversación ficticia. Porque la verdadera
conversación es la que sostenemos en nuestro interior. Después que usted y yo
nos separemos, continuaremos conversando uno con otro y yo me diré lo que debía
decirle ahora y no se lo digo y me contestaré lo que usted debe contestarme y
no me contesta. ¡Si usted supiera cuánto me acuerdo de las cosas que debí
decirle a usted en tal o cual ocasión y no se las dije! Ya ve, pues, cómo puede
uno acordarse de lo que no fue, sino debió haber sido.
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