jueves, 22 de marzo de 2012

Luces de Bohemia. Valle-Inclán.

Max: ¿Quién eres compañero?

Preso: Un paria.

Max: ¿Catalán?

Preso: De todas partes.

Max: ¡Paria!... Solamente los obreros catalanes aguijan su rebeldía con ese denigrante epíteto. Paria, en bocas como la tuya, es una espuela. Pronto llegará vuestra hora.

Preso: Tiene usted luces que no todos tienen. En Barcelona alimenta una hoguera de odio, soy obrero barcelonés y a orgullo lo tengo.

Max: ¿Eres anarquista?

Preso: Soy lo que me han hecho las leyes.

Max: Pertenecemos a la misma Iglesia.

Preso: Usted lleva chalina.

Max: ¡El dogal de la más horrible servidumbre! Me lo arrancaré para que hablemos.

Preso: Usted no es proletario.

Max: Yo soy el dolor de un mal sueño.

Preso: Parece usted hombre de luces. Su hablar es como de otros tiempos.

Max: Yo soy un poeta ciego.

Preso: ¡No es pequeña desgracia!... En España el trabajo y la inteligencia siempre se han visto menospreciados. Aquí todo lo manda el dinero.

Max: Hay que establecer la guillotina eléctrica en la puerta del Sol.

Preso: No basta. El ideal revolucionario tiene que ser la destrucción de la riqueza, como en Rusia. No es suficiente la degollación de todos los ricos: siempre aparecerá un heredero, y aun cuando se suprima la herencia no podrá evitarse que los despojados conspiren para recobrarla. Hay que hacer imposible el orden anterior, y eso sólo se consigue destruyendo la riqueza. Barcelona industrial tiene que hundirse para renacer de sus escombros con otro concepto de la propiedad y del trabajo. En Europa, el patrono de más negra entraña es el catalán, y no digo del mundo porque exixten las Colonias Españolas de América. ¡Barcelona solamente se salva pereciendo!

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Sepulturero: Ese sujeto era un hombre de pluma.

Otro: ¡Pobre entierro ha tenido!

Sepulturero: Los papeles lo ponen por hombre de mérito.

Otro: En España el mérito no se premia. Se premia el robar y el ser sinvergüenza. En España se premia todo lo malo.


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