miércoles, 30 de noviembre de 2011

J.M. Coetzee. Juventud.

"Una vez, cuando era un niño inocente, creyó que la inteligencia, creyó que la inteligencia era el único criterio importante, que mientras fuera lo bastante listo podría conseguir cualquier cosa que deseara. Ir a la universidad le puso en su sitio. La universidad se enfrenta a la vida real, donde ni siquiera hay exámenes en los que apoyarse. Por lo visto, en la vida real lo único que sabe hacer bien es sentirse deprimido. En el sufrimiento sigue siendo el mejor de la clase. La cantidad de miserias que es capaz de atraer y mantener parece no tener límite. Incluso mientras camina lenta psadamente por las frías calles de esta ciudad extraña, sin rumbo, andando solo para cansarse y que así cuando regresa a su cuarto al menos pueda dormir, no siente en su interior la menor disposición a romper el peso del sufrimiento. El sufrimiento es su elementos. Se siente en casa en el sufrimiento, como pez en el agua. Si abolieran el sufrimiento, no sabría qué hacer con su vida.

La felicidad, se dice, no enseña nada. El sufrimiento, por otra parte, te curte para el futuro. El sufrimiento es la escuela del alma."

"No le gustan las malas noticias. En particular, no le gustan las malas noticias sobre él. Ya soy lo bastante duro conmigo mismo, se dice; no necesito la ayuda de los demás. Es una sofistería en la que se apoya de vez en cuando para acallar las críticas: aprendió su utilidad cuando Jacqueline, desde la perspectiva de una mujer de treinta años, le dijo lo que pensaba de él como amante. Ahora, en cuanto una relación empieza a perder fuelle, se retira. Detesta las escenas, los estallidos de mal humor, las verdades desagradables, y hace todo lo que está en su mano para evitarlos."

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