martes, 6 de septiembre de 2011

El Asedio. Arturo Pérez-Reverte.

"...Por ese camino, con Constitución o sin ella, los disfracen como lo disfracen, el español seguirá siendo un cautivo degradado, desprovisto de alma, razón y virtud, a quien sus inhumanos carceleros jamás permiten ver la luz. Un infeliz sometido sin reservas a hombres iguales a él, que su estupidez, indolencia o superstición le presentan ungidos por un orden superior: dioses sobre la tierra, armiño, púrpura, negro de mantos y sotanas, que siempre aprovecharon el error del hombre, bajo todos los soles y latidudes para esclavizarlo, volverlo vicioso y miserable, correponer su heroísmo y su coraje. "




"...Pero estima que a falta de conocer la Naturaleza y de coraje para aceptar sus leyes, el hombre renunció a la experiencia a cambio de sistemas imaginarios, inventando dioses, sacerdotes y reyes ungidos por éstos. Sometiéndose sin reservas a seres iguales a él, que aprovecharon para convertirlo en esclavo desprovisto de razón y ajeno al hecho clave: todo está en el orden natural, e incluso el desorden es tan corriente como su opuesto. Después de leer sobre esto y a la luz de los filósofos y estudiar la muerte de cerca, Fumagal opina que la Naturaleza no puede actuar de forma distinta. Es ella, y no un Dios imposible, la que distribye orden y desorden, placer y dolor. La que extiende el bien y el mal por un mundo donde ni gritos ni plegarias alteran las leyes inmutables de la vda y la destrucción. Las necesidades terribles. Está en el orden de las cosas que el fuego queme, pues tal es su propiedad. Está en ese mismo orden que el hombre mate y devore a otros animales cuya sustancia necesita. Y también que el hombre haga el mal, pues su condición incluye el daño. No hay ejemplo más edificante que la muerte acompañada de sufrimiento, bajo un cielo incapaz de ahorrar un gramo de éste. Nada resulta más educativo sobre el carácter del mundo; nada más reconfortante ante la idea de una inteligencia superior cuyos propósitos, de existir, serían injustos hasta la desesperación."




"Una costumbre ascentral los hace afectos a suscadenas: reyes, dioses, parlamentos, decretos y carteles que nada cambian. El taxidermista está convencido de que la Humanidad va de amo en amo, compuesta de infelices que creen ser libres actuando contra sus inclinaciones; incapaces de asumir que la única libertad es individual y consiste en dejarse llevar por las fuerazas que a uno lo dominan. Lo que el hombre haga será siempre consecuencia de la fatalidad; del orden amoral de la Naturaleza y de la conexión de causas y efectos. Eso torna ambigua la palabra maldad. Contradictoria, la sociedad castiga las inclinaciones que la caracterizan; pero ese castigo es ólo un frágil dique contra los ímpetus oscuros del corazón. El ser humano, estúpido hasta la demencia, prefiere las ilusiones falsas a la realidad que desmiente por sí misma la idea del Ser bondadoso, supremo, inteligente y justiciero. Sería una aberración que un padre armara la mano de un hijo irascible y lo condenase luego por haber matado con ella."




"...Más vale acabar de pie, con una copa en la mano, riéndote rodeado de amigos, que envejecer aburrido, mustio y de rodillas..."




"...Entonces vamos a buscar mujeres.


¿Qué clase de mujeres, capitán?


De las adecuadas a estas horas."




"...Nadie que no haya oído reír al diablo, piensa de pronto, podría hacerlo así."




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