Esto es algo que comparten los dioses y los mortales: cuando somos jóvenes, pensamos que hemos sido los primero en el mundo que hemos tenido cada sentimiento que existe.
Es posible domesticar a una serpiente para que coma de tu mano, pero nadie le va a quitar nunca el gusto por morder.
- Tu esposa parece una mujer inteligente.
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Así es. No le encuentro explicación al hecho de que se casase conmigo, pero,
como redunda en mi beneficio, procuro no llamar su atención sobre ello.
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La guerra siempre me ha parecido una opción absurda para los humanos. Ganen lo
que ganen con ella, sólo tendrán un puñado de años para disfrutarlo antes de
morir. Y lo más probable es que perezcan en el intento.
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Bueno, está la cuestión de la gloria. Pero ojalá hubiera podido hablar con
nuestro general. Podrían habernos ahorrado un montón de problemas.
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¿Por qué razón luchabais?
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A ver si recuerdo la lista. – Comenzó a contar con los dedos-. Venganza,
lujuria, soberbia, avaricia, poder… ¿Qué me dejo? Ah, sí, vanidad y rencor.
Quizá ningún progenitor sea capaz de ver realmente a sus hijos. Cuando los miramos vemos únicamente el reflejo de nuestros propios defectos.
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