lunes, 18 de marzo de 2024

Fausto. Johann Wolfgang von Goethe.

Fausto:

Con cualquier traje sufriré la pena de las estrecheces de la vida terrenal. Soy demasiado viejo para limitarme a jugar y demasiado joven para morir sin deseos. ¿Qué podrá ofrecerme el mundo?

 

Fausto:

Aunque un dulce y conocido canto, con ecos de los buenos tiempos, me apartó del terrible abismo y despertó lo que queda en mí de sentimientos infantiles, maldigo ahora todo lo que el alma enreda con sus juegos de seducción y engaño y cómo, cegándonos y adulándonos, nos ata a esta cueva de penas. ¡Desde ahora declaro maldita la alta opinión de sí mismo con la que el espíritu se aprisiona!, ¡maldito el engaño de los sentidos que oprime nuestra alma!, ¡maldito todo aquello que nos embelece en sueños: el engaño de la fama y el renombre!, ¡maldito  lo que nos halaga como posesión, como mujer y como hijo, como criado y arado!, ¡maldito Mammón cuando, prometiéndonos tesoros, nos anima a hazañas temerarias y cuando nos ofrece almohadones para nuestro ocioso placer!, ¡maldito el balsámico juego de uvas!, ¡maldita la más refinada caricia del amor!, ¡maldita la esperanza!, ¡maldita la fe! Y, sobre todo, ¡maldita la paciencia!

 

Mefistófeles:

Emplead bien el tiempo, pues este no deja de correr, pero el orden os enseñará a aprovecharlo.

 

Ya se sabe que los humanos, lo mismo que las horas, son de ánimo desigual. Nadie abraza firmemente lo deseado, pues siempre estúpidamente deshará otra cosa con más fuerza dejando de gozar de aquello a lo que se ha acostumbrado.

 

Mefistófeles:

¿Eres tan limitado que una nueva palabra te aturde? ¿Sólo quieres oír aquello que ya has oído?

 

Mefistófeles:

¡Ahí lo tenéis! Cargar con un loco acaba dañando hasta al diablo.

 

Mefistófeles:

… nadie piensa nada necio o cuerdo que no haya sido ya pensado antes… Mis palabras os pueden dejar fríos, pero yo os lo tolero, buenos muchachos. Tened en cuenta que el diablo es viejo y habréis de envejecer para entenderle.

 

Quirón:

… La belleza se satisface a sí misma, la gracia es lo que la hace irresistible.

 

Corifea:

¡Qué horrible, al lado de la belleza, resulta la fealdad!

Fócida:

¡Qué estúpida, al lado de la discreción, resulta la necedad!

 

Helena:

… Sin duda, al inteligente y al previsor lo imposible se le hace muchas veces posible.

 

Fórcida:

Por causa de aquel, él te hará lo mismo. ¿Quién comparte la belleza? El que la ha poseído prefiere destruirla antes que gozarla a medias.

Qué cortantes resuenan las trompetas en los oídos y las entrañas. Así hieren los celos en el corazón del hombre que nunca olvida lo que fue suyo y, una vez perdido, no volverá a recuperar.

 

Mefistófeles:

No le sacia ningún placer, no le contenta ninguna felicidad, va sin cesar en busca de formas cambiantes. El pobre quiere apresar este último, ese mísero, ese vano momento. El que tanto se me opuso ha sido vencido por el tiempo. El viejo yace en la arena. El reloj se ha parado.

Coro:

Se ha parado. Está callado como la medianoche.

La ajorca cae.

Mefistófeles:

Cae. Todo está consumado.

Coro:

Se ha acabado.

Mefistófeles:

¡Acabado!, ¡qué estúpida palabra! ¿Por qué acabado? Lo acabado y la pura nada son exactamente lo mismo. ¿Para qué nos sirve el eterno crear? Para que lo creado se disipe en la nada ¿Qué se puede decir de algo si se ha acabado? Que es como si no hubiera existido y sin embargo circulaba como si existiese. En lugar de ello, preferiría el vacío eterno.


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