jueves, 21 de diciembre de 2023
Los crímenes de Oxford. Guillermo Martínez.
miércoles, 13 de diciembre de 2023
Monsieur Proust. Céleste Albaret.
Había momentos en que, aún sin parar de hablar, se evadía. Yo lo percibía en sus ojos. Monsieur Proust poseía esta extraña facultad: el don de desparecer mientras su boca continuaba el relato. Y después, con igual brusquedad, su mirada volvía y se posaba de nuevo sobre ti, y era como si le sorprendiera tu presencia. Paraba de hablar un momento, perplejo, y después decía:
-Ah, sí, estábamos diciendo que…
Y el relato continuaba allí donde
lo había interrumpido un instante antes. Pero había existido un paréntesis de vacilación,
como si la mitad de él hubiera seguido hablando mientras la otra se evadía, y,
al regresar esta última, hubieran sido necesarios unos segundos para permitir
que las dos mitades volvieran a unirse.
Si lo piensa un poco, Céleste, se
dará cuenta de que es verdad. Al principio, en los matrimonios reina el amor.
Después la vida se impone, y sólo quedan lazos de conveniencia. Sin embargo,
hay matrimonios que duran para siempre: por el cariño, por una necesidad más
fuerte que todo de seguir juntos, por el gran afecto que nace de la recíproca
comprensión.
Un día que le pregunté si había
vuelto a Illiers más tarde, me respondió:
-No, nunca.
-¿Y eso por qué, Monsieur?
-Porque, Céleste, los paraísos
perdidos sólo se encuentran dentro de uno mismo.
… a fuerza de mirar, de observar,
uno acaba por interesarse en las relaciones y, como los sabios, a través de las
relaciones, con reflexión, se llegan a descubrir las leyes… Si no hay memoria,
no se puede comparar, y sólo comparando se llega a completar el pensamiento.
La verdad de la vida está en la
observación y la memoria. Si no, se limita a pasar. He puesto toda mi
observación y toda mi memoria en mis personajes, para que sean verdaderos. Para
ser verdaderos, tienen que estar completos. Por eso a cada uno le he vestido y
peinado a base de los detalles el recuerdo de tantos otros a los que he
observado a lo largo de mi vida.