miércoles, 12 de abril de 2023

Ilíada, Homero. Alessandro Baricco.

Por muy inmensas que sean las riquezas que Troya esconde detrás de sus murallas, no valen lo que vale la vida. Se pueden robar bueyes, y gruesas ovejas; podemos colmarnos de caballos y trípodes preciosos, comprándolos con oro: pero la vida no puedes robarla, no puedes comprarla. Se te escapa por la garganta y ya no retorna. Mi madre, un día, me dijo cuál será mi destino: si permanezco aquí, luchando al pie de las murallas de Troya, no regresaré, pero eterna será mi gloria; en cambio, si vuelvo a casa, a mi tierra, no habrá gloria para mí, pero tendré una larga vida antes de que la muerte, caminando lentamente, me alcance.

 

Héctor comprendió que al final su destino lo había alcanzado. Y dado que era un héroe, sacó la espada para morir combatiendo, para morir de una forma que todos los hombres venideros habrían de contar para siempre.

 

Es el sino de los hombres vivir en el dolor, y sólo los dioses viven felices.

No hay comentarios:

Publicar un comentario