La mente del hombre gira tan
aprisa a impulsos de los editores, explotadores, locutores que la fuerza
centrífuga elimina todo pensamiento innecesario, orgien de una pérdida de
valioso tiempo.
Los años de universidad se
acortan, la disciplina se relaja, la filosofía, la historia y el lenguaje se
descuidan; la gente se expresa cada vez peor a tal punto que apenas se recurre
ya al uso de las palabras para comunicarse. La vida es inmediata, solo el
empleo cuenta, el placer lo domina todo después del trabajo. ¿Por qué aprender
algo, excepto a apretar botones, accionar computadores, encajar tornillos y
tuercas?
La mente absorbe cada vez menos.
Impaciencia.
El éxodo espoleado por el
combustible. Las ciudades se convierten en moteles, la gente siente impulsos
nómadas y va de un sitio para otro, siguiendo las mareas, viviendo una noche en
la habitación donde tú has dormido durante y el día y yo la noche anterior.
A la gente de color no le gusta El negrito Sambo. Quemémoslo. La gente
blanca se siente incómoda con La cabaña
del tío Tom. Quemémoslo.
A menudo me pregunto si Dios
reconocerá a Su Hijo tal como lo hemos vestido... ¿o quizá disfrazado?
¡El conocimiento es superior a la
fuerza!
(...)
(...)
Ningún hombre sensato abandonará
una cosa cierta por otra insegura.
(...)
(...)
La verdad saldrá a la luz, el
crimen no permanecerá oculto mucho tiempo.
(...)
(...)
El diablo puede citar las
Escrituras para conseguir sus fines.
(...)
(...)
Esta época hace más caso de un
tonto con oropeles que de un santo andrajoso de la escuela de la sabiduría.
(...)
(...)
La dignidad de la verdad se
pierde con demasiadas protestas.
(...)
(...)
La tontería de confundir una
metáfora con una prueba, un torrente de verborrea con un manantial de verdades
básicas y a sí mismo con un oráculo es innato en nosotros.
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