domingo, 5 de julio de 2020

Fahrenheit 451. Ray Bradbury.

La mente del hombre gira tan aprisa a impulsos de los editores, explotadores, locutores que la fuerza centrífuga elimina todo pensamiento innecesario, orgien de una pérdida de valioso tiempo.

Los años de universidad se acortan, la disciplina se relaja, la filosofía, la historia y el lenguaje se descuidan; la gente se expresa cada vez peor a tal punto que apenas se recurre ya al uso de las palabras para comunicarse. La vida es inmediata, solo el empleo cuenta, el placer lo domina todo después del trabajo. ¿Por qué aprender algo, excepto a apretar botones, accionar computadores, encajar tornillos y tuercas?

La mente absorbe cada vez menos. Impaciencia.

El éxodo espoleado por el combustible. Las ciudades se convierten en moteles, la gente siente impulsos nómadas y va de un sitio para otro, siguiendo las mareas, viviendo una noche en la habitación donde tú has dormido durante y el día y yo la noche anterior.

A la gente de color no le gusta El negrito Sambo. Quemémoslo. La gente blanca se siente incómoda con La cabaña del tío Tom. Quemémoslo.

A menudo me pregunto si Dios reconocerá a Su Hijo tal como lo hemos vestido... ¿o quizá disfrazado?

¡El conocimiento es superior a la fuerza!
(...)
Ningún hombre sensato abandonará una cosa cierta por otra insegura.
(...)
La verdad saldrá a la luz, el crimen no permanecerá oculto mucho tiempo.
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El diablo puede citar las Escrituras para conseguir sus fines.
(...)
Esta época hace más caso de un tonto con oropeles que de un santo andrajoso de la escuela de la sabiduría.
(...)
La dignidad de la verdad se pierde con demasiadas protestas.
(...)

La tontería de confundir una metáfora con una prueba, un torrente de verborrea con un manantial de verdades básicas y a sí mismo con un oráculo es innato en nosotros.

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