¡Que todo nuevo rey reina en tirano!
Tal es la servidumbre del tirano: no fiarse jamás de sus amigos.
¿O es que, siendo tan sabio, acaso ignoras que temeraria lengua es castigada?
¿Es que ignoras acaso, Prometeo, que el odio es mal que las palabras curan?
Y ahora oíd las penas de los hombres; cómo les convertí, de tiernos niños que eran, en unos seres racionales, en mis palabras no tendrá cabida el reproche a los hombres; lo que intento es mostrar la bondad de mis favores: Ante todo, veían, sin ver nada, y oían sin oír; cual vanos sueños, gozaban de una vida dilatada, donde todo ocurría a la ventura: ignoraban las casas de ladrillos, al sol cocidos, la carpintería. Vivían bajo tierra en unas grutas sin sol, como las próvidas hormigas. Ignoraban los signos que revelan cuándo vendrá el invierno y la florida primavera y los frutos del estío. Todo lo hacían sin criterio alguno hasta que, finalmente, de los astros les enseñé a auspiciar orto y ocaso. Y el número, el invento más rentable, les descubrí, y la ley de la escritura, recuerdo de las cosas, e instrumento que a las Musas dio origen.
Y ahora oíd las penas de los hombres; cómo les convertí, de tiernos niños que eran, en unos seres racionales, en mis palabras no tendrá cabida el reproche a los hombres; lo que intento es mostrar la bondad de mis favores: Ante todo, veían, sin ver nada, y oían sin oír; cual vanos sueños, gozaban de una vida dilatada, donde todo ocurría a la ventura: ignoraban las casas de ladrillos, al sol cocidos, la carpintería. Vivían bajo tierra en unas grutas sin sol, como las próvidas hormigas. Ignoraban los signos que revelan cuándo vendrá el invierno y la florida primavera y los frutos del estío. Todo lo hacían sin criterio alguno hasta que, finalmente, de los astros les enseñé a auspiciar orto y ocaso. Y el número, el invento más rentable, les descubrí, y la ley de la escritura, recuerdo de las cosas, e instrumento que a las Musas dio origen.
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