Y
por más señas, primo de mi alma, en el primero lugar que topé saliendo de
Roncesvalles eché un poco de sal en vuestro corazón, porque no oliese mal y
fuese, si no fresco, a lo menos amojamado a la presencia de la señora Belerma,
la cual, con vos y conmigo, y con Guadiana, vuestro escudero, y con la dueña
Ruidera y sus siete hijas y dos sobrinas, y con otros muchos de vuestros
conocidos y amigos, nos tiene aquí encantados el sabio Merlín ha muchos años; y
aunque pasan de quinientos, no se ha muerto ninguno de nosotros. Solamente
faltan Ruidera y sus hijas y sobrinas, las cuales llorando, por compasión que
debió de tener Merlín dellas, las convirtió en otras tantas lagunas, que ahora
en el mundo de los vivos y en la provincia de la Mancha las llaman las lagunas
de Ruidera; las siete son de los reyes de España, y las dos sobrinas, de los
caballeros de una orden santísima que llaman de San Juan. Guadiana, vuestro
escudero, plañendo asimesmo vuestra desgracia, fue convertido en un río llamado
de su mesmo nombre, el cual cuando llegó a la superficie de la tierra y vio el
sol del otro cielo, fue tanto el pesar que sintió de ver que os dejaba, que se
sumergió en las entrañas de la tierra; pero, como no es posible dejar de acudir
a su natural corriente, de cuando en cuando sale y se muestra donde el sol y
las gentes le vean. Vanle administrando de sus aguas las referidas lagunas, con
las cuales y con otras muchas que se llegan entra pomposo y grande en Portugal.
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