Entre dos montículos que mantenían erguidos sus capullos de color rosado se abría un valle que, si bien muy tostado por el sol, aún no había perdido su delicadeza, la suavidad y el frescor de la piel surcada de venas, un valle que recordaba la primavera temprana.
...Extraña manera en que el amor puede torturar el corazón con el deseo.
Cuerdas y cables, muy tensos, trazaban las únicas líneas rectas indómitas en una escena en la que todo lo demás traqueteaba y oscilaba con el furor de la tormenta.
Tampoco el rumor del oleaje era intenso, sino regular y apacible, como si el mar respirase sumido en un sueño saludable.
sábado, 22 de noviembre de 2014
sábado, 15 de noviembre de 2014
Así empieza lo malo. Javier Marías.
...Por la de una de esas pesadumbres que uno va aplazando porque no desea hacerles frente ni abismarse en ellas y que por lo tanto siempre retornan, se hacen recurrentes y a cada embestida son más profundas al no haber desaparecido durante el periodo en que se las mantuvo a raya o alejadas del pensamiento, sino que por así decir han crecido en ausencia y no han cesado de acechar el ánimo subrepticia o subterráneamente, como si fueran el preámbulo de un abandono amoroso que uno acabará consumando pero que aún no acierta ni a imaginarse: esas oleadas de frialdad e irritación y hartazgo hacia un ser muy querido que vienen, se entretienen un rato y se van, y cada vez que se van uno quiere creer que su visita ha sido una fantasmagoría - producto del malestar consigo mismo, o de un descontento general, o incluso de las contrariedades o del calor- y que ya no volverán. Sólo para descubrir a la próxima que cada nueva oleada es más pegajosa y arrastra una duración mayor y envenena y abruma el espíritu y lo hace dudar y maldecirse un poco más. Tarda en perfilarse eese sentimiento de desafección, y todavía más en formularse en la mente (Creo que ya no la aguanto, he de cerrarle la puerta, eso debe ser), y cuando la conciencia por fin lo ha asumido, aún le queda mucho trecho por recorrer antes de ser verbalizado y expuesto ante la persona que sufrirá el abandono y que no lo sospecha ni prefigura -porque tampoco nosotros los abandonadores lo hacemos, engañosos, cobardes, dilatorios, morosos, pretendemos imposibles: sortear la culpa, ahorrar el daño-, y a la que le tocará languidecer incrédulamente por él, y acaso morir en su palidez.
...No es factible no entender lo que en otra época no se entendía una vez que se han entendido, la ignorancia no regresa ni siquiera para relatar el periodo en que se gozó o se fue víctima de ella.
...A la juventud se le presupone vehemencia y cierto grado de intransigencia, aversión ala incertidumbre y a las componendas, un elemento de fanatismo en su búsqueda de cualquier verdad, por pequeña y circunstancial que sea... La verdad es una categoría que se suspende mientras se vive.
...Aún estaba en una edad en la que cualquier captura de una imagen prohibida la siente uno como un trofeo y la atesora en la retina durante días o semanas o meses, si es que no para siempre, misteriosamente.
...Me es imposible creer que dejarás de querer follarme. Fue algo que decidiste contra tus instintos, que te impusiste, y lo cumples a rajatabla porque te sientes rehén de tus palabras. Cualquier día harás caso omiso de ellas, te rebelarás y las darás por no pronunciadas, cualquier noche de insatisfacción y añoranza. Esta mismo noche, y si no mañana y si no pasado, y yo estaré aquí para ayudarte a borrarlas.
...¿Por qué habría de querernos el que señalamos nosotros con tembloroso dedo? ¿Por qué ese justamente, como si nos tuviera que obedecer? ¿O por qué habría de desearnos aquel que nos turba o enciende y por cuyos huesos y carne morimos? ¿A qué tanta casualidad? Y cuando se da, ¿a qué tanta duración? ¿Por qué ha de preservar algo tan frágil y tan prendido con alfileres, la más rara conjunción) El amor correspondido, la lascivia recíproca, el enfebrecimiento mutuo, los ojos y las bocas que se persiguen simultáneamente y los cuellos que se estiran para divisar al elegido entre la multitud, los sexos que buscan juntarse una y otra vez y el extraño gusto por la repetición, volver al mismo cuerpo y regresar y volver... Lo normal es que casi nadie coincida, y si existen tantas parejas supuestamente amorosas es en parte por imitación y sobre todo por convención, o bien porque el que señaló con el dedo ha impuesto su voluntad, ha persuadido, ha conducido, ha empujado, ha obligado al otro a hacer lo que se sabe si quiere y a recorrer un camino por el que nunca se habría aventurado sin apremio ni insistencia ni guía, y ese otro miembro de la pareja, el halagado, el cortejado, el que se adentró en su nube, se ha ido dejando arrastrar. Pero eso no tiene por qué persistir, el encantamiento y la nebulosidad terminan, el seducido se cansa o despierta, y entonces al obligador le toca desesperarse y sentir pánico y vivir en vilo, volver a trabajar si todavía le restan fuerzas, montar guardia a la puerta y rogar e implorar noche tras noche y quedar a merced de aquél. Nada expone ni esclaviza tanto como pretender conservar al que se eligió e inverosímilmente acudió a la llamada de nuestro tembloroso dedo, como si obrar un milagro o nuestra designación fuera ley, eso no tiene por qué ocurrir nunca jamás.
...Si, nos une algo preocupante y triste y que a la vez reconforta: ser supervivientes, es decir, haber sobrevivido ya a demasiados amigos, de los que nos constituimos en la interminable estela y el breve recuerdo que se transmite en susurros durante cierto tiempo de prórroga, cada vez más quedos.
...Los niños crecen y se desgajan y se tornan ariscos durante demasiados años, y cuando al fin regresan ya no son los mismos.
...Quiero la que tuve durante bastantes años, con el mismo hombre. NO quiero olvidarme ni superarlo, ni rehacer nada, como se dice, sino continuar en lo mismo, la prolongación de lo que hubo. Nunca estuve insatisfecha, nunca necesité de cambios, nunca fue de las que se aburren y requieren movimiento, variedad, peleas y reconciliaciones, euforias y sobresaltos. Yo podía haber permanecido eternamente en lo que había. Hay gente contenta y conforme, que sólo aspira a que cada día sea igual que el anterior y que el próximo. Yo era de esas. Hasta que se torció todo. Si me alejara de él, si me fuera o lo echara, renunciaría de verdad a lo que quiero, y esa sería mi definitiva condena. Sería lo último... Beatriz se quedó otra vez callada, como si meditara de veras lo que su amiga le había expuesto. Solía escuchar bien, ella, a diferencia de la mayoría, que acostumbra a guardar impaciente silencia por mera civilidad (los que a tanto alcanzan) mientras hablan sus interlocutores, a la espera tan sólo de soltar su parte. Ella no, ella prestaba atención y se fijaba, cavilaba sobre lo que oía. Luego contestaba o no contestaba.
...Nos guiamos por la malvada prisa y nos entregamos a la venenosa impaciencia.
...El pasado no cuenta, es tiempo expirado y negado, es tiempo de error o de ingenuidad e insipiencia y acaba por ser tiempo digno de lástima, lo que lo invalida y envuelve es a la postre esta idea: "Que poco sabíamos, qué tontos fuimos, qué inocentes, ignorábamos lo que nos aguardaba y ahora estamos al tanto". Y en ese saber de ahora somos incapaces de tener en cuenta que mañana sabremos otra cosa distinta y el hoy nos parecerá igual de tonto que el ayer y el anteayer.
...A la vida de las personas siempre llegamos tarde.
...Ya en vida experimentamos un poco lo que sucederá a nuestra muerte, cuando el tiempo nos deje atrás a velocidad inconcebible y nos torne pasado remoto y nos asimile a las antigüedades. Ya en vida nos damos cuenta de que es imposible seguir su paso, nos quedamos desfasados en cuanto perdemos energía y empezamos a cansarnos de tanta mudanza y nos decimos: "hasta aquí llega mi época, a lo que venga después ya no me subo; lo próximo ya no es mío; disminuiré, a lo sumo, lo mejor que pueda, que me voy convirtiendo en un anacronismo y que ya me estoy demorando".
...Hay quienes operan continuamente en el secreto y en la ocultación, y también tienen paciencia para no desmontar nunca la red. Extrañamente no se cansan de eso ni echan en falta la diafanidad, lo sencillo y lo límpido, la cartas sobre la mesa y la mirada de frente.
...Si alguien quiere conseguir algo que se le negaría, y no ofrece nada ni paga por ello, es que está en condiciones de exigirlo. Si no da nada, entonces su moneda de cambio es la omisión.
...Mala cosa es el agradecimiento sobrevenido, repentino, reciente, nos hace olvidar las afrentas de golpe o abandonar un plan de venganza, nos entumece el rencor y aplaca todo afán de justicia; pasamos por alto las faltas y estamos dispuestos a disipar las sospechas, o a renunciar a la curiosidad y suspender las pesquisas, a encogernos de hombros y apaciguarnos, y a convencernos de desistir con simulacros de razonamientos... Mala cosa sentirse en deuda con quien nos hizo daño o se lo hizo a los próximos o a los lejanos, tanto da a veces, con quien se portó de manera indecente o incurrió en lo peor y en lo imperdonable y cayó en lo más bajo, porque todo eso puede cancelarse abruptamente ante el sentimiento de deberle algo crucial, algo de peso.
...Advertir que alguien quiere vincularse a nosotros sexualmente nos obliga a considerarlo, aunque sea con la fugacidad del pensamiento más rudimentario; y si no se descarta o rechaza en el acto, si no se huye de la niebla al instante, entonces se hace arduo no sentir las emanaciones del otro, que or lo general no amainan y son persistentes, ni siquiera suelen ceder por cansancio ni por saberse inútiles o inoperantes: son porque sí, independientemente de que sirvan de algo.
...Es ese hombre mayor el que en plena juventud nos susurra a veces: "Fíjate bien en esta experiencia y no pierdas detalle, vívela pensando en mí y como si supieras que nunca va a repetirse más que en tu evocación, que es la mía; grábala en la retina como si fueran las secuencias y planos más memorables de una película; no podrás conservar la excitación, ni revivirla, pero sí la sensación de triunfo, y sobre todo el conocimiento: sabrás que esto ha ocurrido y lo sabrás para siempre; cáptalo todo intensamente, mira con atención a esta mujer y guárdalo a buen recaudo, porque más adelante te lo reclamar, y me lo tendrás que ofrecer como consuelo.
...No es factible no entender lo que en otra época no se entendía una vez que se han entendido, la ignorancia no regresa ni siquiera para relatar el periodo en que se gozó o se fue víctima de ella.
...A la juventud se le presupone vehemencia y cierto grado de intransigencia, aversión ala incertidumbre y a las componendas, un elemento de fanatismo en su búsqueda de cualquier verdad, por pequeña y circunstancial que sea... La verdad es una categoría que se suspende mientras se vive.
...Aún estaba en una edad en la que cualquier captura de una imagen prohibida la siente uno como un trofeo y la atesora en la retina durante días o semanas o meses, si es que no para siempre, misteriosamente.
...Me es imposible creer que dejarás de querer follarme. Fue algo que decidiste contra tus instintos, que te impusiste, y lo cumples a rajatabla porque te sientes rehén de tus palabras. Cualquier día harás caso omiso de ellas, te rebelarás y las darás por no pronunciadas, cualquier noche de insatisfacción y añoranza. Esta mismo noche, y si no mañana y si no pasado, y yo estaré aquí para ayudarte a borrarlas.
...¿Por qué habría de querernos el que señalamos nosotros con tembloroso dedo? ¿Por qué ese justamente, como si nos tuviera que obedecer? ¿O por qué habría de desearnos aquel que nos turba o enciende y por cuyos huesos y carne morimos? ¿A qué tanta casualidad? Y cuando se da, ¿a qué tanta duración? ¿Por qué ha de preservar algo tan frágil y tan prendido con alfileres, la más rara conjunción) El amor correspondido, la lascivia recíproca, el enfebrecimiento mutuo, los ojos y las bocas que se persiguen simultáneamente y los cuellos que se estiran para divisar al elegido entre la multitud, los sexos que buscan juntarse una y otra vez y el extraño gusto por la repetición, volver al mismo cuerpo y regresar y volver... Lo normal es que casi nadie coincida, y si existen tantas parejas supuestamente amorosas es en parte por imitación y sobre todo por convención, o bien porque el que señaló con el dedo ha impuesto su voluntad, ha persuadido, ha conducido, ha empujado, ha obligado al otro a hacer lo que se sabe si quiere y a recorrer un camino por el que nunca se habría aventurado sin apremio ni insistencia ni guía, y ese otro miembro de la pareja, el halagado, el cortejado, el que se adentró en su nube, se ha ido dejando arrastrar. Pero eso no tiene por qué persistir, el encantamiento y la nebulosidad terminan, el seducido se cansa o despierta, y entonces al obligador le toca desesperarse y sentir pánico y vivir en vilo, volver a trabajar si todavía le restan fuerzas, montar guardia a la puerta y rogar e implorar noche tras noche y quedar a merced de aquél. Nada expone ni esclaviza tanto como pretender conservar al que se eligió e inverosímilmente acudió a la llamada de nuestro tembloroso dedo, como si obrar un milagro o nuestra designación fuera ley, eso no tiene por qué ocurrir nunca jamás.
...Si, nos une algo preocupante y triste y que a la vez reconforta: ser supervivientes, es decir, haber sobrevivido ya a demasiados amigos, de los que nos constituimos en la interminable estela y el breve recuerdo que se transmite en susurros durante cierto tiempo de prórroga, cada vez más quedos.
...Los niños crecen y se desgajan y se tornan ariscos durante demasiados años, y cuando al fin regresan ya no son los mismos.
...Quiero la que tuve durante bastantes años, con el mismo hombre. NO quiero olvidarme ni superarlo, ni rehacer nada, como se dice, sino continuar en lo mismo, la prolongación de lo que hubo. Nunca estuve insatisfecha, nunca necesité de cambios, nunca fue de las que se aburren y requieren movimiento, variedad, peleas y reconciliaciones, euforias y sobresaltos. Yo podía haber permanecido eternamente en lo que había. Hay gente contenta y conforme, que sólo aspira a que cada día sea igual que el anterior y que el próximo. Yo era de esas. Hasta que se torció todo. Si me alejara de él, si me fuera o lo echara, renunciaría de verdad a lo que quiero, y esa sería mi definitiva condena. Sería lo último... Beatriz se quedó otra vez callada, como si meditara de veras lo que su amiga le había expuesto. Solía escuchar bien, ella, a diferencia de la mayoría, que acostumbra a guardar impaciente silencia por mera civilidad (los que a tanto alcanzan) mientras hablan sus interlocutores, a la espera tan sólo de soltar su parte. Ella no, ella prestaba atención y se fijaba, cavilaba sobre lo que oía. Luego contestaba o no contestaba.
...Nos guiamos por la malvada prisa y nos entregamos a la venenosa impaciencia.
...El pasado no cuenta, es tiempo expirado y negado, es tiempo de error o de ingenuidad e insipiencia y acaba por ser tiempo digno de lástima, lo que lo invalida y envuelve es a la postre esta idea: "Que poco sabíamos, qué tontos fuimos, qué inocentes, ignorábamos lo que nos aguardaba y ahora estamos al tanto". Y en ese saber de ahora somos incapaces de tener en cuenta que mañana sabremos otra cosa distinta y el hoy nos parecerá igual de tonto que el ayer y el anteayer.
...A la vida de las personas siempre llegamos tarde.
...Ya en vida experimentamos un poco lo que sucederá a nuestra muerte, cuando el tiempo nos deje atrás a velocidad inconcebible y nos torne pasado remoto y nos asimile a las antigüedades. Ya en vida nos damos cuenta de que es imposible seguir su paso, nos quedamos desfasados en cuanto perdemos energía y empezamos a cansarnos de tanta mudanza y nos decimos: "hasta aquí llega mi época, a lo que venga después ya no me subo; lo próximo ya no es mío; disminuiré, a lo sumo, lo mejor que pueda, que me voy convirtiendo en un anacronismo y que ya me estoy demorando".
...Hay quienes operan continuamente en el secreto y en la ocultación, y también tienen paciencia para no desmontar nunca la red. Extrañamente no se cansan de eso ni echan en falta la diafanidad, lo sencillo y lo límpido, la cartas sobre la mesa y la mirada de frente.
...Si alguien quiere conseguir algo que se le negaría, y no ofrece nada ni paga por ello, es que está en condiciones de exigirlo. Si no da nada, entonces su moneda de cambio es la omisión.
...Mala cosa es el agradecimiento sobrevenido, repentino, reciente, nos hace olvidar las afrentas de golpe o abandonar un plan de venganza, nos entumece el rencor y aplaca todo afán de justicia; pasamos por alto las faltas y estamos dispuestos a disipar las sospechas, o a renunciar a la curiosidad y suspender las pesquisas, a encogernos de hombros y apaciguarnos, y a convencernos de desistir con simulacros de razonamientos... Mala cosa sentirse en deuda con quien nos hizo daño o se lo hizo a los próximos o a los lejanos, tanto da a veces, con quien se portó de manera indecente o incurrió en lo peor y en lo imperdonable y cayó en lo más bajo, porque todo eso puede cancelarse abruptamente ante el sentimiento de deberle algo crucial, algo de peso.
...Advertir que alguien quiere vincularse a nosotros sexualmente nos obliga a considerarlo, aunque sea con la fugacidad del pensamiento más rudimentario; y si no se descarta o rechaza en el acto, si no se huye de la niebla al instante, entonces se hace arduo no sentir las emanaciones del otro, que or lo general no amainan y son persistentes, ni siquiera suelen ceder por cansancio ni por saberse inútiles o inoperantes: son porque sí, independientemente de que sirvan de algo.
...Es ese hombre mayor el que en plena juventud nos susurra a veces: "Fíjate bien en esta experiencia y no pierdas detalle, vívela pensando en mí y como si supieras que nunca va a repetirse más que en tu evocación, que es la mía; grábala en la retina como si fueran las secuencias y planos más memorables de una película; no podrás conservar la excitación, ni revivirla, pero sí la sensación de triunfo, y sobre todo el conocimiento: sabrás que esto ha ocurrido y lo sabrás para siempre; cáptalo todo intensamente, mira con atención a esta mujer y guárdalo a buen recaudo, porque más adelante te lo reclamar, y me lo tendrás que ofrecer como consuelo.
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