martes, 15 de mayo de 2012

Míster Witt en el Cantón. R. J. Sénder.

"Estos españoles tiene que poner en todo lo que hacen cierta invención. Algo propio, bueno o malo."

"Sombras bajaban por las laderas en silencio y se ahogaban en el rumor de las aguas, que besuqueaban toda la noche los muelles, al pie de las rompientes."

"¡Qué ingenuidad! -pensaba-. ¿Cuándo se ha visto una revolución de ARRIBA a ABAJO."

"Las opiniones del pueblo son accidentales. Se han creado y se nutren en la miseria intelectual."

"Otra vez quedó en su pecho el vacío neumático de un deseo sin satisfacer. De lo que él llamaba "un deseo del alma". De lo que era en sí misma el alma. Ese alma que sólo da señales de existencia en el lento purgatorio de los deseos sin cumplir."

"En la calle daban vivas a la Libertad y al Cantón. Antonete se apoyó en aquellos vítores para continuar:
-¡Eso, libertad! Somos los soldados de la libertad, pero no los facinerosos de Madrid y del Norte. ¿Qué queréis? ¿Ensuciar vuestros ideales con el asesinato y el robo?"

"De todos modos -se dijo míster Witt, con su seco y vergonzante egoísmo- estoy entrando en la vejez y es lo único que me liga a la vida."

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