¡Qué jóvenes éramos! Recuerdo esta etapa de mi vida como una constante confusión. Creía que siempre pensaría igual, que mis convicciones eran indestructibles, creía que viviría para siempre, que éramos inmortales y que nunca nadie podría domar nuestro espíritu. Ahora al verte en la televisión he vuelto a recordar aquellos tiempos. Tan lejanos hace tan sólo una instante y tan cercanos dos segundos después. ¿Sería a esto a lo que se refería realmente Einstein cuando hablaba de la relatividad? Verte me ha hecho recordar aquellas caminatas por el bosque a las cuatro de la madrugada acompañado por aquel olor a primerizo, a miedo, a misterio, a vida en estado puro. Quizá sea la etapa de la vida con mayor atrevimiento, con mayor descaro, con mayor ardor, con mayor coraje.
Aún recuerdo aquellas noches interminables, riendo y bebiendo, castigando a la vida. Con esa amistad y compañerismo que no es posible encontrar después.
A la vez también se recuerdan aquellos días de desasosiego, de inquietud, propios de una personalidad sin fijar.
Con qué encanto se recuerda todo ahora, incluso los malos momentos, que los hubo también. El aderezo de la vida.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
"Cuando vivimos como se fuera el ultimo dia de nuestras vidas" (son los dias mejores :))
ResponderEliminarSaludos FieraB. Me ha gustado leer esto . Byee