viernes, 18 de noviembre de 2011

Lorenzo Silva. Niños feroces.

"Pero qué le qué le voy a hacer. Me gusta leer. Me gusta más que ver vídeos en You Tube. Más que ir al cine a ver secuelas de Matrix o de Terminator o de Torrente. Más que hacer botellón o meterme en un antro donde un montón de petardas y de clones de Cristiano Ronaldo se restriegan entre sí. No es que todas las petardas me parezcan indeseables, uno tiene su fisiología y sus instintos, pero me da pereza invertir en ellas los esfuerzos que demandan. Prefiero esperar a que alguna caiga sin abonar tales peajes. Y como parece que la espera va a ser larga, la distraigo leyendo."

"En la universidad tampoco ha optado por el activismo político. Puede ser una casualidad sin mayor significado pero quienes dirigen la militancia en los círculos universitarios le parecen los más oportunistas, menos auténticos y (last but no least) menos brillantes de sus condiscípulos. Eso lo ha arrojado a una suerte de desmarque abúlico, que por momentos le avergüenza un poco."

"Repasando las cuatro historias, que se amalgaman ahora en mi cabeza, me doy cuenta de que no sólo esas víctimas, sino que muchos de los verdugos, desde los soldados atrapados en Mogadiscio de Black Hawk Derribado, hasta el sargento rapero de Gunner Palace, pasando por los friosos vengadores de Redacted o los exploradores de Generation Kill, son sólo eso, niños, perdidos de pronto en medio del horror que losvacía de su inocencia para dejarles dentro una hoquedad que no es madurez, sino rabia y hastío."

"Y también, como la División Azul, sirve para cubrir un expediente sin apostar más de la cuenta. El gobierno que los ha enviado, como hizo Franco, busca nadar y guardar la ropa. Se trata de estar allí, sin dar la impresión de que se está más de lo conveniente. Pero la guerra tiene su propia dinámica y toma sus decisiones, y ese día se lo va a demostrar a aquellos soldados."

"Pero, además, es especialmente ilustrativo al describir las sensaciones del soldado que regresa a la seguridad y la paz de la retaguardia desde la crudeza, la violencia y el desgaste físico y psíquico del teatro de operaciones. Todo se resume en un viejo porverbio del valle del Panshir, que un oficial afgano le cita al autor, poco antes de voler a casa, vaticinándole que, contra lo que piensa, no estará a gusto allí: ^Los que han conocido la tempestad, se asquean de la calma^".

"Aprendí a disfrutar del retroceso, a sentir la tensión de la línea del tiro desde el cañón hasta el blanco. Cuando llegas a notar la consistencia de esa línea, cuando aprendes a contener la respiración, apretar el gatillo, recibir el golpe de la culata y ver la bala dando donde quieres, cuando tienes esa sensación de poder sobre ella y sobre las vidas que se te pongan a tiro, entonces, no antes, eres un guerrero."

"Los españoles nunca encajaron con los croatas y viceversa. Para éstos los españoles eran demasiado indisciplinados, y para los españoles, los croatas estaban demasiado acostumbrados a la retaguardia y ponían demasiado ahínco en los simulacros de marcialidad."

"Si en la antigüedad Dios prometió no destruir Sodoma si sólo se encontraban entres sus murallas diez justos, yo me atrevo a esperar que, gracias a nosotros, Él no perderá a Alemania. Ninguno de nosotros tiene derecho a lamentarse por su suerte; todo el que ha entrado en nuestro círculo se ha revestido con la túnica de Neso. El valor moral de un hombre se mide por su capacidad de sacrificarse por sus convicciones. Henning von Tresckow."

"Me apunté a la guerra para morir por algo, aunque no supiera qué, antes de acabar muriendo por nada una noche cualquiera."

"Cada uno ha de encontrar una disciplina que le proponga máximas exigencias en su vida. De esta manera, a partir de su forma espiritual ahormada en el presente, reconocerá el futuro liberándolo."

"No me importaría que me enterraran como a Benjamín, en un cementerio de otro país. Con ese solo título: extranjero. Que es lo que somos todos, al final, por más que gastemos en banderas."

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