martes, 31 de agosto de 2010

Tirteo.

Que cada hombre se plante firme sobre el terreno con ambos pies, con el rostro hacia el enemigo y mordiéndose los labios, cubriéndose muslos, rodillas ytibias, pecho y hombros con la firme extensión de su escudo.
Que sacuda con bravura su lanza y que la cresta de su yelmo salude con fiereza.
Que despliegue todo su arte en el calor d ela batalla y nunca recule tras su escudo cuando llegan los proyectiles.
Que se plante frente al enemnigo apretando escudo contra escudo, golpeando yelmo con yelmo hasta que las crestas se enreden, y que combata cara a cara, alcanzando con su larga lanza o con su espada al enemigo.
Y tú, infante ligero escondido tras los escudos, lánzales tus piedras y jabalinas, para apoyar el empuje de la infantería pesada.

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