"Y eché a andar hacia la entrada. Chamorro cerró con el mando a distancia y me siguió con paso rápido. El agente no reaccionó a tiempo. Y le dio apuro llamarnos a voces cuando ya estábamos dentro de la comisaría. La vida es de los que no piden permiso. Lo había leído en un anuncio de whisky, si no recordaba mal. Funcionaba. A veces."
"¿Sabes lo que más me pudre de esta gente?
Qué.
Su vulgaridad. En el fondo, no hay mucha diferencia entre un narcotraficante y un banquero. Son dos seres cuya vida y cuya conducta se explican en torno a una única pulsión: la codicia. Para impedir que el flujo de pasta se detenga, cuando hay algún riesgo, el banquero ejecuta hipitecas, o soborna al político financiándole la campaña o cualquier otro de sus caprichos. El narco, si puede, unta también, a políticos, a polis o a lo qu ese le ponga a tiro; pero como no puede ejecutar ninguna hipoteca, rompe piernas, pincha barrigas o destapa sesos. No hay, ni en la violencia legal del banquero ni en la ilegal del mafioso, nada de los nobles y naturales impulsos que mueven a un animal a meterle una dentellada o una cornada a otro. Es sólo el puto dinero, y la red de pasiones miserables que se tejen alrededor de él. Desentrañar una muerte en este contexto es algo tan fascinante y tan emocionante como hacer una auditoría de las cuentas de una sucursal."
"Me parece que necesitas otro café. Para subir el ánimo.
Sí. Cheaper than Prozac.
¿Qué?
Más barato que el Prozac. Es lo que pone en la cafetera que tienen en el hospital de House."
"O aguanta los golpes hasta morir o ríndete de inmediato. No vaya a ser que aguantes muchos golpes y al final te rindas."
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