lunes, 29 de diciembre de 2008

John Donne (Devociones para ocasiones emergentes)

"¿Quién no echa una mirada al sol cuando atardece?
¿Quién quita sus ojos del cometa cuando estalla?
¿Quién no presta oídos a una campana cuando por algún hecho tañe?
¿Quién puede desoír esa campana cuya música lo traslada fuera de este mundo?
Ningún hombre es una isla entera por sí mismo.
Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo.
Si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia.
Ninguna persona es una isla; la muerte de cualquiera me afecta, porque me encuentro unido a toda la humanidad; por eso, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti."

martes, 23 de diciembre de 2008

American Beauty





Comienzo de la película.
"Me llamo Lester Burnham. Este es mi barrio. Esta es mi calle. Esta es mi vida. Tengo cuarenta y dos años. En menos de un año habré muerto.(Suena el despertador.) Claro que eso no lo sé aún. Y en cierto modo, ya estoy muerto. (Fundido. Ahora, desnudo, en la ducha). Aquí me tienen, cascándomela en la ducha. Para mí, el mejor momento del día.A partir de aquí, todo va a peor."
Cuando deja el trabajo.
Brad (leyendo lo escrito por Lester Burham): My job consist of basically masking my contempt for the assholes in charge and at least once a day retiring to the men’s room so I can jerk off while I fantasize about a life that doesn’t so closely resemble hell.

Brad: Well, you obviously have no interest in saving yourself.

LB: Brad, for 14 years, I’ve been a whore for the advertising industry. The only way I could save myself now is if I start firebombing.

Brad: Whatever. Management wants you gone by the end of the day.

LB: Just what sort of severance package is management prepared to offer me, considering the information I have about our editorial director buying pussy with company money? Which I think would interest the I.R.S. since it technically constitutes fraud. And I’m sure that some for our advertisers and rival publications might like to know about it as well, not to mencion… Craig’s wife.

Brad: What do you want?

LB: One year’s salary with benefits.

Brad: That’s not going to happen.

LB: Well, what do you say I throw in a little sexual harassment charge to boot?

Brad (laughing): Against who?

LB: Against you. Can you prove that you didn’t offer to save my job if I let you blow me?

Brad: Man… You are one twisted fuck.

LB: Nope. I’m just an ordinary guy with nothing to lose.

Francisco de Quevedo y Villegas


"Miré los muros de la patria mía"


Miré los muros de la patria mía,
si un tiempo fuertes, ya desmoronados,
de la carrera de la edad cansados,
por quien caduca ya su valentía.

Salíme al campo; vi que el sol bebía
los arroyos del yelo desatados,
y del monte quejosos los ganados,
que con sombras hurtó su luz al día.

Entré en mi casa; vi que, amancillada,
de anciana habitación era despojos;
mi báculo, más corvo y menos fuerte.

Vencida de la edad sentí mi espada,
y no hallé cosa en que poner los ojos
que no fuese recuerdo de la muerte.


"Poema Exhorta A Los Que Amaren "


Cargado voy de mí; veo delante

muerte que me amenaza la jornada;

ir porfiando por la senda errada,

más de necio será que de constante.


Si por su mal me sigue ciego amante,

que nunca es sola suerte desdichada,

¡ay!, vuelva en sí, y atrás; no dé pisada

donde la dio tan ciego caminante.


Ved cuán errado mi camino ha sido;

cuán sólo y triste, y cuán desordenado,

que nunca así le anduvo pie perdido;


pues por no desandar lo caminado,

viendo delante y cerca fin temido,

con pasos que otros huyen, le he buscado.


Rudyard Kipling.

Serás un hombre, hijo mío (Si)

" Si puedes mantener intacta tu firmeza
cuando todos vacilan a tu alrededor
Si cuando todos dudan, fías en tu valor
y al mismo tiempo sabes exaltar su flaqueza

Si sabes esperar y a tu afán poner brida
O blanco de mentiras esgrimir la verdad
O siendo odiado, al odio no le das cabida
y ni ensalzas tu juicio ni ostentas tu bondad

Si sueñas, pero el sueño no se vuelve tu rey
Si piensas y el pensar no mengua tus ardores
Si el triunfo y el desastre no te imponen su ley
y los tratas lo mismo como dos impostores.

Si puedes soportan que tu frase sincera
sea trampa de necios en boca de malvados.
O mirar hecha trizas tu adora quimera
y tornar a forjarla con útiles mellados.

Si todas tu ganancias poniendo en un montón
las arriesgas osado en un golpe de azar
y las pierdes, y luego con bravo corazón
sin hablar de tus perdidas, vuelves a comenzar.

Si puedes mantener en la ruda pelea
alerta el pensamiento y el músculo tirante
para emplearlo cuando en ti todo flaquea
menos la voluntad que te dice adelante.

Si entre la turba das a la virtud abrigo
Si no pueden herirte ni amigo ni enemigo
Si marchando con reyes del orgullo has triunfado
Si eres bueno con todos pero no demasiado

Y si puedes llenar el preciso minuto
en sesenta segundos de un esfuerzo supremo
tuya es la tierra y todo lo que en ella habita
y lo que es más serás hombre hijo mío. "

jueves, 18 de diciembre de 2008

Loquillo, leyenda urbana




"Loquillo, leyenda urbana", de Carles Prats La película, de 110 minutos, de duración, muestra un retrato de Loquillo a través de sus declaraciones, de las de su familia, de sus amigos o de músicos que han colaborado con él en 30 años de carrera, informa a EFE el propio artista y la productora del filme. Así, y junto a las vías del tren, Loquillo afirma: "Entonces el Clot era un pueblo dentro de Barcelona. Yo veía cómo cruzaban los trenes, iban y venían, y ésa fue una fijación siempre en mi vida. ¿Por qué se iban? Era como un mensaje. Había que irse. Había un mundo más allá".Uno de sus amigos, Dani el Rojo, añade que (Loquillo) "se metió en esto para pasárselo bien, o hablando más claramente, para follar, y luego se dio cuenta de que servía", mientras que uno de los compositores de su canciones más conocidas, Sabino Méndez, afirma que "el personaje de Loquillo es de una voracidad en todos los sentidos: de escenario, de referencias culturales, de todo". Otro músico, Jaime Urrutia, define al barcelonés como "un tipo muy constante y muy romántico, que tiene las ideas muy claras y que lucha por ellas", y el periodista radiofónico Jesús Ordovás destaca de Loquillo que "tiene un gran poder de seducción y una presencia increíble".Su esposa, la cineasta Susana Koska, asegura: "el Loco es puro fuego, pura intuición. Sí que madura, pero creo que lo madura después. Creo que primero dispara y luego piensa a ver a dónde va". Completa el retrato otro amigo músico, el argentino Andrés Calamaro, en cuya opinión "con la pinta que tiene el Loco estaba claro que alguien tenía que descubrirle y hacerle cantar.Además, el Loco conoce el código callejero, el de los ladrones, el de los moteros, el de los barrios y también el de las buenas canciones de rock". "Loquillo, leyenda urbana" es un retrato del personaje desde mediados de los 70, cuando un pequeño grupo de jóvenes barceloneses inventaron una manera especial de vivir el rock´n´roll, hasta el artista maduro de hoy en día que acaba de publicar su primer álbum de rock en solitario tras la disolución de Trogloditas, "Balmoral".Narrado por los principales protagonistas de esta historia -también aparecen Luis Alberto de Cuenca, Manel Esclusa, Silvia Grijalba, Igor Paskual, Álvaro Querol, Cayo Sanz, Carlos Segarra, Gabriel Sopeña o Jaime Stinus-, se trata de, según su director, una "divertida y descarnada peripecia de sexo, drogas y rock´n´roll", así como "la crónica de un artista en constante proceso de maduración y de búsqueda de nuevos caminos expresivos". El proyecto "Loquillo, leyenda urbana" surgió hace un par de años en uno de los múltiples reencuentros entre Loquillo y el director Carles Prats, quien había realizado hace 25 años el primer vídeo-clip de Loquillo, "Barcelona ciudad".Prats, que dirigió el programa "Stromboli" del Canal 33 (TVC), ha dirigido canales televisivos y rodado documentales como "Llámale Jess", dedicado a Jesús Franco; "Él. Buñuel visto por sus colaboradores"; o "Sergio Leone. Cinema, cinema". El documental es una producción de Stromboli Entertainment que será distribuida en DVD por Cameo antes de finales de año.

Rafa Quílez, Barcelona


Tower Hearts







La Sede de Hearst hace resurgir un sueño de la década de los años 20, cuando William Randolph Hearst imaginó el “Columbus Circle” como un nuevo barrio deslumbrante para las empresas de entretenimiento y las dedicadas a los medios de comunicación en Manhattan, Nueva York.Antecedentes históricos
Hearst encargó la construcción de un bloque de “Art Deco” de seis pisos en la Octava Avenida para albergar su imperio publicitario. Cuando finalizó su construcción en el año 1928, anticipó que esta construcción, finalmente, sería la base para una torre de referencia, a pesar de que no se había comenzado a realizar ningún plano. Haciéndose eco de una tendencia desarrollada en el Reichstag y en el Tribunal Supremo en el Museo Británico, el desafío de diseñar una torre de este tipo, en una zona con una antigüedad de unos setenta años, consistía en establecer un diálogo creativo entre lo viejo y lo nuevo.


El nuevo edificio
La nueva torre de cuarenta y dos pisos está construida sobre el viejo edificio, permanece unida por el exterior mediante un refuerzo transparente de acristalamiento que inunda los lugares que están por debajo con una luz natural, creando así la impresión de que la torre está flotando sin peso alguno sobre la base. La principal característica espacial es un vestíbulo que ocupa una planta completa y que tiene la altura de seis pisos. Este espacio esencial se considera el centro neurálgico desde el cual se accede a todos los lugares del edificio. Incluye el vestíbulo del ascensor principal, la cafetería de Hearst, un auditórium y entresuelos para la celebración de reuniones y eventos especiales.
Desde el punto de vista estructural, la torre tiene una forma triangular, una solución sumamente eficaz que limita el volumen del acero en la estructura. Con sus esquinas separadas hacia atrás entre las diagonales, consigue resaltar las proporciones verticales de la torre y crear un perfil característico.


Sostenibilidad
La nueva construcción también merece ser destacada desde el punto de vista medioambiental. Está construida utilizando un 85 por ciento de acero reciclado y diseñada para consumir un 26% menos de energía que una construcción que cumpla mínimamente con los correspondientes códigos energéticos de la ciudad y del estado. Como resultado de ello, es el primer edificio de oficinas nuevo ocupado en la ciudad que ha sido merecedor de una insignia de oro en el marco del programa de Liderazgo en el Diseño que protege el Medioambiente y la Energía (LEED) del Consejo de Edificaciones Ecológicas de los Estados Unidos.


El acero en la Torre Hearst
Más del 85% del acero utilizado para la estructura es material reciclado. Las secciones de acero de Histar (ASTM A913 calidad 65, piezas estructurales de brida ancha según la norma ASTM A6) se utilizan en el sistema de carga de gravedad y arriostramiento para el viento. Se pueden ver en la fachada como líneas diagonales sobre todas las caras del rascacielos. De hecho, estas piezas estructurales están inclinadas y funcionan como arriostramientos y columnas al mismo tiempo. Este sistema estructural se denomina una “reja de soporte”, y es sumamente eficaz en cuanto al peso ya que contiene aproximadamente el 20% menos de acero que tendría una estructura perimetral convencional, ahorrando aproximadamente unas 2.000 toneladas de acero. El tonelaje de acero estructural es de aproximadamente unas 10.000 toneladas. El revestimiento exterior de la reja de soporte de la torre es de acero inoxidable perfilado.


Casablanca (escena final)




Rick: Si no le importa ponga usted los nombres, así será más oficial.
Louis: Piensa usted en todo ¿eh?.
Rick: Los nombres son Víctos e Isla Lazlo.
Ilsa: Pero ¿por qué ni nombre Rick?
Rick: Porque te vas en ese avión.
Ilsa: Pero es que tú no vas a venir.
Rick: Yo me quedo aquí hasta ver que el avión ha despegado.
Ilsa: ¡No Rick! ¡No! Anoche dijiste…
Rick: Anoche dijimos muchas cosas. Dijiste que yo tenía que pensar por los dos y es lo que he hecho. Y sé que tienes que subir a ese avión con Víctor que es a quien perteneces.
Ilsa: Pero Rick, escucha.
Rick: Escúchame tú. ¿Tienes idea de lo que te espera si te quedas aquí? Créeme, los dos acabaríamos en un campo de concentración. ¿Verdad Louis?
Renault: Me temo que Strasser insistirá en ello.
Ilsa: Dices eso para que me vaya.
Rick: Lo digo porque es cierto y es cierto también que perteneces a Víctor. Eres parte de su obra, eres su vida. Si ese avión despega y no estás con él, lo lamentarás.
Ilsa: No.
Rick: Tal vez no ahora, tal vez ni hoy ni mañana, pero más tarde, toda la vida.
Ilsa: ¿Nuestro amor no importa?
Rick: Siempre tendremosParís. No lo teníamos, lo habíamos perdido hasta que viniste a Casablanca, pero lo recuperamos anoche.
Ilsa: Dije que nunca te dejaría.
Rick: Y nunca me dejarás. Yo también tengo mi labor que hacer y no puedes seguirme a donde voy. En lo que he de hacer no puedes tomar parte.
Rick: Yo no valgo mucho, pero es fácil comprender que los problemas de tres pequeños seres no cuentan nada en este loco mundo. Algún día lo comprenderás. Vamos, Vamos. Ve con él Ilsa.(…)
(...)
Víctor: Todo está en orden.
Rick: Excepto una cosa que debe usted saber antes de partir.
Víctor: Señor Blain, no quiero que explique nada.
Rick: Es preciso que lo haga para que no puedan quedar dudas algún día. Dijo que sabía lo mío con Ilsa.
Víctor: Sí.
Rick: Pero no sabe usted que ella vino a verme anoche a mi casa. Había venido a buscar los salvoconductos, ¿no es así Ilsa?
Ilsa: Sí.
Rick: Hizo lo imposible por obtenerlos. Incluso se empeñó en hacerme creer que aún seguía queriéndome. Pero eso pasó hace tiempo. Por usted ella pretendió que no y yo la dejé mentir.
Víctor: Entiendo.
Rick: Aquí los tiene.
Víctor: Gracias. No lo olvidaré. Bienvenido a la lucha. Esta vez sé que seremos los vencedores.
(...)
Víctor: ¿Estás lista Ilsa?
Ilsa: Sí Víctor.
Ilsa. Adiós Rick. ¡Dios te bendiga!
Rick: Dense prisa, van a perder el avión.
Louis: Tenía yo razón, sí que es un sentimental.
Rick: No se acerque. ¿De qué demonios está hablando?
Louis: De lo que ha hecho por Lazlo. Ese cuento de hadas para que ella se fuera con él. Conozco a las mujeres amigo, se fue sabiendo que usted mentía.
Rick: Gracias por echarme una mano.
Louis: Bueno esto no va a ser agradable para ninguno de los dos, sobre todo para usted. Tendré que detenerle claro.
Rick: Cuando haya despegado Louis.
Strasser: A qué ha venido esa llamada
Louis: Víctor Lazlo está en ese avión.
Strasser: ¿Por qué no lo detiene, por qué no se mueve?
Louis: Pregunte al señor Rick.
Rick: No se acerque a ese teléfono.
Strasser: Le aconsejo que no se interponga
Rick: No he matado a Renó pero estoy dispuesto a matarlo a usted.
Strasser: ¿Oiga?
Rick: ¡Cuelgue el teléfono!
Strasser: ¡Póngame con la torre!
Rick: ¡Cuélguelo!
¡Bang!
(Strasser cae muerto).
Soldado francés: ¡Mi capitán!
Louis: Han matado al mayor Strasser. Arreste a los sospechosos.
Soldado francés: Sí mi capitán. Lévele en ese coche y ustedes síganle.
Louis: Rick, usted ya no es sólo un sentimental sino que además es un patriota.
Rick: Quizás sea éste un buen momento para empezar.
Louis: Es muy posible que sí. Tal vez le conviniera desaparecer de Casablanca una temporada. Hay tropas de la Francia libre en Brazzaville. Podría facilitarle un pasaje
Rick: ¿Con salvoconducto?
Louis: (afirma con la cabeza)
Rick: Me vendría bien y gastarme el dinero de la apuesta. Aún me debe 10.000 francos.
Louis: Ese dinero podría pagar "nuestros gastos"
Rick: ¿Nuestros?
Louis: ajá.
Rick: Louis, presiento que este es el comienzo de la una gran amistad.

(Director: Michael Curtiz)

La Libertad guiando al pueblo (Delacroix)






El lienzo representa una escena del 27 de julio de 1830 en la que el pueblo de París levantó barricadas. El rey Carlos X de Francia había suprimido el parlamento por decreto y tenía la intención de restringir la libertad de prensa. Los disturbios iniciales se convirtieron en un levantamiento que desembocó en una revolución seguida por ciudadanos enojados de todas las clases sociales. No existió un único cabecilla. Por eso Delacroix representa a la Libertad como guía que conduce al pueblo.

(http://es.wikipedia.org/wiki/La_Libertad_guiando_al_pueblo)

Rayuela (fragmento)

" Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano en tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y los ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo de aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua. "

(Julio Cortázar. Rayuela.)

La gata sobre el tejado de zinc (fragmento)

Margaret (alegre).- ¿Que cómo lo sé? ¡Estaba allí, lo vi con mis propios ojos!Brick (distraído).- Debió ser muy divertido.Margaret.- A Susie no se lo pareció. Le dio un ataque de histeria. Lloraba desconsoladamente. Tuvieron que detener el desfile, bajarla del trono y continuar... (Capta su mirada en el espejo, se le escapa un grito ahogado, se vuelve para encararse con él) ¿Por qué me miras así?Brick (silbando suavemente).- ¿Cómo, Maggie?Margaret (arrebatada y temerosa).- ¡Como me estabas mirando ahora mismo, antes de que captase tu mirada en el espejo y empezaras a silbar! ¡No sé cómo describirla, pero me ha helado la sangre! Últimamente te he visto mirarme así a menudo. ¿Qué piensas cuando me miras así?Brick.- No era consciente de estar mirándote, Maggie.Margaret.- ¡Pues yo sí era consciente! ¿En qué estabas pensando? Brick.- No recuerdo haber pensado en nada, Maggie.Margaret.- ¿Crees que no sé que...? ¿Crees que... no sé que...? Brick (con frialdad).- Que sabes qué, Maggie.Margaret (buscando las palabras).- Que he sufrido esta... odiosa... transformación y me he vuelto... insensible... ¡rabiosa! (entonces añade, casi con ternura) ¡Cruel! Por eso me observas últimamente. ¿Cómo podrías no darte cuenta? Está bien. He dejado de ser tan sensible, no puedo permitírmelo. (Recupera fuerzas) Pero Brick, Brick...Brick.- ¿Decías algo?Margaret.- Iba a decirlo: que me siento... sola. ¡Muy sola!Brick.- Todo el mundo se siente...Margaret.- Viviendo con alguien que amas puedes sentir más soledad que viviendo completamente a solas... si quien amas no te ama.

(Tennessee Villiams. La gata sobre el tejado de zinc...)

H. D. Thoreau.

“¿Es la democracia, tal como la conocemos, el último logro posible en materia de gobierno? ¿No es posible dar un paso más hacia el reconocimiento y organización de los derechos del hombre? Nunca podrá haber un Estado realmente libre e iluminado hasta que no reconozca al individuo como poder superior independiente del que derivan el que a él le cabe y su autoridad, y, en consecuencia, le dé el tratamiento correspondiente”Desobediencia civil.La parte mejor del hombre muy pronto es arada para abono de la tierra. Por un aparente destino comúnmente llamado necesidad, los hombres se dedican, según cuenta un viejo libro, a acumular tesoros que la polilla y la herrumbre echarán a perder y que los ladrones entrarán a robar. Esta es la vida de un tonto, como comprenderán los hombres cuando lleguen al final de ella, si no lo hacen antes.Fui a los bosques porque quería vivir deliberadamente, enfrentar sólo los hechos esenciales de la vida, y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar, no sea que cuando estuviera por morir descubriera que no había vivido. No quería vivir lo que no fuera la vida; ¡es tan hermoso el vivir!; tampoco quise practicar la resignación, a no ser que fuera absolutamente necesaria. Quise vivir profundamente y extraer toda la médula de la vida, vivir en forma tan dura y espartana como para derrotar todo lo que no fuera vida, cortar una amplia ringlera al ras del suelo, llevar la vida a un rincón y reducirla a sus menores elementos, y si fuera mezquina, obtener toda su genuina mezquindad y dar a conocer su mezquindad al mundo, o si fuera sublime, saberlo por propia experiencia y poder dar un verdadero resumen de ello en mi próxima salida. Porque me parece que la mayoría de los hombres se hallan en una extraña incertidumbre acerca de si la vida es del diablo o de Dios, y han deducido apresuradamente que la principal finalidad del hombre aquí es “glorificar a Dios” y gozar de él en la eternidad.La mayoría de los hombres viven una vida de tranquila desesperación. Lo que llamamos resignación no es más que una confirmación de la desesperación. De la ciudad desesperada pasamos al campo desesperado, y tenemos que consolarnos con la magnificencia de los visones y ratas almizcleras. Hasta detrás de los llamados juegos y diversiones de la humanidad se encuentra una desesperación estereotípica, aunque inconsciente. No hay diversión en ellos, porque esta viene sólo después del trabajo. Pero no hacer cosas desesperadas es una característica de la sabiduría.Cuando consideramos cuál es la principal finalidad de los hombres —para hacer uso de las palabras del catecismo— y sus principales necesidades y medios de vida, pareciera que hubieran elegido deliberadamente esta forma de vivir porque la prefieren a cualquier otra; sin embargo, ellos piensan honradamente que no es posible elección alguna. Pero las naturalezas activas y saludables recuerdan que el sol ascendió con claridad. Nunca es demasiado tarde para renunciar a nuestros prejuicios. No se puede creer firmemente, sin pruebas, en alguna forma de pensar o de hacer, por antigua que sea. Lo que hoy todo el mundo repite y acepta como verdadero, puede convertirse en mentira mañana, una mera opinión de humo que algunos creyeron fuera nube que daría agua fertilizadora para los campos. Tratad de hacer aquello que la gente antigua afirma ser imposible de realizar, y demostrad que sí podéis. Los hechos antiguos pertenecen a las generaciones antiguas, y los nuevos, a la nueva generación. (...)

(H.D. Thoreau. La vida en los bosques).

Relato corto. Ojos azules.





Llovía a cántaros. Llovía, pensó, como si el dios Tlaloc o la puta que lo parió hubieran roto las compuertas del cielo. Llovía mientras resonaban afuera los tambores, y los capitanes iban llegando cubiertos de hierro, sombríos, con las gotas de agua corriéndoles por los morriones y la cara y las cicatrices y las barbas. Llovía sobre Tenochtitlán, cubriendo la capital azteca de una noche húmeda; lágrimas siniestras que repiqueteaban en los charcos del patio del templo mayor, y disolvían en regueros pardos las manchas de sangre de la última matanza, la de centenares de indios mexicanos, cuando en plena fiesta el capitán Alvarado mandó cerrar las puertas y los hizo degollar, ris, ras, visto y no visto, hombres, mujeres y niños, por aquello de que al que madruga Dios lo ayuda, y más vale adelantarse que llegar tarde. Los he cogido en el introito, dijo luego Alvarado, cuando Cortés fue a echarle la bronca. Se me fue la mano, jefe, se disculpaba, huraño. Pero por lo bajini se reía, el animal. Los he cogido en el introito.Bum, bum, bum, bum. Apoyado en el portón, bajo la lluvia, el soldado de ojos azules reprimió un escalofrío mientras se ajustaba el peto y ceñía la espada. A su alrededor los compañeros se miraban unos a otros, inquietos. Al otro lado de los muros del palacio, afuera, los tambores llevaban sonando una eternidad. Bum, bum, bum, bum. Había toneladas de oro, pero ahora Moctezuma estaba muerto y se acababan las provisiones y todo se había ido al carajo. Bum, bum, bum, bum. También había miles y miles de mexicanos en la ciudad, alrededor, cubriendo las terrazas, llenando las piraguas de guerra en los canales y la calzada entre los puentes cortados. Mexicanos sedientos de venganza. Bum, bum, bum. Así todo el día y toda la noche, mientras en lo alto de los templos los sacerdotes alzaban los brazos al cielo y preparaban los sacrificios. Bum, bum, bum, bum. Aquello sonaba adentro, precisamente en el corazón, que los más cenizos ya imaginaban fuera del cuerpo, ensangrentado, abierto el pecho por el cuchillo de obsidiana. Bum, bum, bum. Menudo plan, pensó el soldado mirando las caras mortalmente pálidas de los otros. Venir desde Cáceres y Tordesillas y Luarca y Sangonera, que están lejos de cojones, para terminar abierto como un gorrino, con las asaduras hechas brochetas en lo alto de un templo, aquí donde Cristo dio las tres voces. Bum, bum, bum. Y además, de tanto oírlos, aquellos tambores habían adquirido un lenguaje propio. Si uno prestaba atención podía oír que decían: Teules malditos, perros, vais a morir todos hasta el último, y pagaréis el deshonor de nuestros ídolos, y vuestra sangre correrá por las aras y los escalones de los templos. Bum, bum, bum. Eso decían aquella noche, pensó estremeciéndose, los jodidos tambores de Tenochtitlán.Cortés, con cara de funeral, no se había ido por las ramas: tenían que romper el cerco. Dicho en claro, eso significaba Santiago y Cierra España, todos corriendo a Veracruz, y maricón el último. De modo que cargaron en caballos cojos y en ochenta indios aliados tlaxcaltecas la parte del oro que correspondía al rey, y luego dijo Cortés aquello de ahí queda el oro sobrante, más del que podemos salvar, y el que quiera que se sirva antes de darlo a los perros. De modo que los soldados de Pánfilo de Narváez, que habían llegado los últimos, se atiborraron de botín dentro del jubón y del peto, y bolsas atadas a la espalda, y anillos en cada dedo. Pero los veteranos que habían estado en Ceriñola y en sitios de Flandes e Italia y llevaban con Cortés desde el principio, y nunca se las habían visto como en el matadero de México, procuraban ir sueltos de cuerpo, sin mucho peso. Si acaso, como Bernal Díaz y algún otro, se embolsaron alguna joya pequeña, algún anillo de oro. Cosas que no les impidieran correr en una huida que iba a ser, eso lo sabían todos, de piernas para qué os quiero. Que no era bueno, como decía la mala bestia del capitán Alvarado, pasearse con los bolsillos llenos en noches toledanas como aquélla.Bum, bum, bum. Seguía lloviendo cuando abrieron las puertas y empezaron a salir en la oscuridad. Sandoval y Ordás en la vanguardia, con ciento cincuenta españoles y cuatrocientos tlaxcaltecas, con maderos paya reparar los puentes cortados. En el centro, Cortés, otros cincuenta españoles y quinientos tlaxcaltecas con la artillería y el quinto del tesoro correspondiente al rey. Después salieron los heridos, los rehenes, doña Marina y las otras mujeres, protegidos por treinta españoles y trescientos tlaxcaltecas, entremetidos entre los capitanes y la gente de Narváez. Y por fin, Alvarado y Velázquez de León en la retaguardia, con un grupo de los cien soldados más jóvenes que debían moverse a lo largo de la columna, acudiendo allí donde el peligro fuese mayor. Eso, en teoría. En la práctica no había más órdenes que andar ligeros, pelear como diablos y abrirse paso por los puentes y la calzada como fuera. A partir de cierto punto, cada uno cuidaría de su pellejo. Dirección: primero Tacuba y luego Veracruz. Eso, los que llegaran.Era el tumo de los últimos. Tiritando de frío bajo la lluvia, el soldado de los ojos azules terminó de atarse el saco de oro sobre el hombro izquierdo, se ajustó el barbuquejo del morrión, sacó la espada y echó a andar. El agua sobre los ojos lo cegaba, y la oscuridad le impedía ver dónde iba poniendo los pies. La columna se movía con ruido de pasos, oraciones, blasfemias, rumor metálico de armas y corazas. Iba a ser un largo camino, se dijo. Tacuba, Veracruz, Cuba, España. El peso del oro lo reconfortaba. Había venido muy lejos a buscarlo, había peleado y sufrido y visto morir a muchos camaradas por ese oro. Él tenía la certeza de que iba a salir con bien de aquélla; y a su regreso ya no tendría que arar la tierra ingrata en la que había nacido, seca y maldita de Dios, tierra de caínes esquilmado por reyes, curas, señores, funcionarios, recaudadores de impuestos y alguaciles; por sanguijuelas que vivían del sudor ajeno. Con aquel oro tendría para vivir bien y hacer una buena boda, para poseer su propia tierra y su propia casa. Para envejecer tranquilo, como un hidalgo, contándole a sus nietos cómo conquistó Tenochtitlán. Para morir anciano y honrado sin deber nada a nadie, porque hasta el último gramo de oro lo había ganado con su sangre, sus peligros, sus combates, su salud y su miedo.Sintió un hueco en el corazón, y antes de ser consciente de su pensamiento, supo que pensaba en ella. Los soldados que iban delante se habían parado, y allí, inmóvil bajo la lluvia, mientras esperaba a que la columna reanudara su marcha, recordó. Sólo era una india, se dijo. Sólo era una de esas indias. Las había a cientos, y ésta no tenía nada de particular. No era ni especialmente bonita ni especialmente nada. Pero él la encontró en el momento oportuno, al principio, cuando las relaciones de españoles y mexicanos aún eran buenas. Se la había tirado como lo que era: una perra pagana. Se la había tirado disfrutándola, con rudeza. Sin embargo, ella le cobró afición al Teule barbudo de ojos azules; volvió un día tras otro, y él repetía hembra entre las bromas groseras de sus compañeros. Qué la das, decían socarrones. Aquella mexicana se le quedaba mirando los ojos y lo acariciaba hablando cosas extrañas en su lengua. Era muy joven y muy triste; no se reía nunca, como si viviera envuelta en un presentimiento. Un día, ella le dio a entender que estaba preñada, y él se lo contó a los otros y todos se rieron mucho. Luego se la calzó por última vez antes de echarla a patadas, a ella y al bastardo pagano que llevaba en la tripa. Sin embargo, a la segunda o tercera noche en que no volvió, se sintió extraño. Anduvo un par de días buscándola, sin admitirlo ni siquiera ante sí mismo. Pero no dio con ella. Por fin reconoció, aunque tarde, que añoraba su piel sumisa, y el tono quedo de su voz cuando lo acariciaba, y aquella mirada oscura que a veces fijaba en él, orgullosa y lúcida e inconquistable allá adentro; y experimentaba una indefinible nostalgia de algo que apenas había llegado a conocer. Pensaba en aquella india con un hueco raro en el corazón, igual que el que sentía esta noche. Un hueco cuya intensidad superaba, incluso, la del miedo.Porque el miedo ya era mucho. Los tambores habían acelerado su batir, y Tenochtitlán entera resonaba de trompetas y gritos de los mexicanos alertados: se van, los teules se van, acudid y atajadlos y que no quede uno con vida. Y de la noche surgían cientos y miles de guerreros que caían en turba sobre la columna, y la laguna y los canales se cubrían de canoas de indios vociferantes, y los pasos y los puentes se taponaban de caballerías muertas, y de fardos con oro abandonados, y de mexicanos armados y feroces tirando con lanzas y flechas y mazas. Resbalaban los caballos en la calzada mojada de lluvia y caían los hombres desventrados, gritando, a los canales, y avanzaban los españoles en la oscuridad, por los vados a medio llenar de los puentes, el agua por la cintura, lastrados por el peso del oro bajo el que se ahogaban muchos. Atrás, volvamos, gritaban algunos, corriendo a encerrarse de nuevo allí de donde ya no saldrían jamás. Otros apretaban los dientes y seguían entre la turba de indios, arremetiendo a cuchilladas, adelante, adelante, a Tacuba y Veracruz o al infierno esta noche; y Cortés y los que iban a caballo se alejaban ya a salvo picando espuelas con la vanguardia, dejando muy atrás los puentes y a los que iban a pie, dejando atrás a esa retaguardia sumergida bajo miles de mexicanos sedientos de venganza, a la retaguardia que ya no era sino un desorden de hombres luchando a la desesperada por abrirse paso, gritos por todas partes, gritos de los hombres que clavaban las espadas ensangrentadas, gritos de los heridos y agonizantes, gritos de los mexicanos que caían con valor inaudito sobre los soldados rebozados de hierro, sangre y fango de los canales, gritos de los españoles apresados a quienes cortaban los tendones de los pies para que no escapasen, antes de arrastrarlos vivos hasta las pirámides de los templos, donde los sacerdotes no daban abasto y la sangre corría en regueros espesos bajo la lluvia.El soldado de los ojos azules peleó con bravura, a la desesperada, chapoteando en el barro, abriéndose paso a estocadas. El saco de oro le pesaba en el hombro pero no quiso dejarlo. Había ido muy lejos a buscarlo, y no pensaba regresar sin él. Avanzaba con un grupo de compañeros, batiéndose todos como perros salvajes, matando y matando sin tregua, y de vez en cuando alguno de ellos caía o era arrancado por las manos de los mexicanos y se oían sus gritos mientras se lo llevaban. La noche era cada vez más negra y turbia de bruma y lluvia, y en lo alto de los templos las antorchas ardían iluminando siluetas que se debatían en lo alto de los peldaños rojos, y los cuchillos de obsidiana bajaban y subían sin descanso, y seguían sonando los tambores. Bum, bum, bum, bum. Pero el soldado de los ojos azules ya no oía los tambores porque su corazón latía aún más fuerte en su pecho y en sus tímpanos. Las piernas se le hundían en el barro y el brazo le dolía de matar. Una piragua vomitó más guerreros aullantes que se abalanzaron sobre el grupo, y éste se deshizo, y se oyó la voz del capitán Alvarado diciendo corred, corred que ya no queda nadie detrás, corred cuanto podáis y que cada perro se lama su badajo. Y luego todo fue una carnicería espesa, tunc, y cling, y chas, carne desgarrada y golpes de maza y tajos de espadas, y el soldado oyó más gritos de españoles que morían o pedían clemencia mientras los arrastraban hacia los templos, y se dijo: yo no. El hijo de mi madre no va a terminar de ese modo. Llegaré a Veracruz y a Cuba y a España, y compraré esa tierra que me espera, y envejeceré contando mil veces cómo fue esta asquerosa noche. El oro le pesaba cada vez más y lo hundía en el barro, pero no quiso dejarlo, no lo dejaré nunca, he pagado por cada onza, y sigo pagando. Vio ante sí unos ojos oscuros como los de aquella india en la que pensaba a trechos, pero éstos venían llenos de odio y la mano que se alzaba ante él enarbolaba una maza. Se abrazó al mexicano, un guerrero águila pequeño y valiente, y abrazados rodaron por el fango, golpeando el otro, acuchillando él. Tajó en corto con la daga, porque había perdido la espada. Sácame de aquí, Dios, sácame de aquí, Dios de los cojones, sácame vivo, maldito seas, sácame y la mitad de este oro la emplearé en misas, y en tus condenados curas, y en lo que te salga de los huevos. Llévame vivo a Veracruz. Llévame vivo a Tacuba. Llévame vivo aunque sólo sea hasta el próximo puente, que ya me las apañaré yo luego.Siguió adelante, y ya ningún otro español iba a su lado. Soy el último, pensó. Soy el último de nosotros en este puñetero sitio. Soy la retaguardia de una vanguardia que ya está a una legua de aquí. Soy la retaguardia de Cortés y de su puta madre, y este oro me pesa tanto que ya no puedo caminar. Estaba cubierto de barro y de agua y de sangre suya y mexicana, y los pies se negaban a moverse, y el brazo le dolía de tanto acuchillar. Estaba ronco de dar gritos y le ardían los pulmones y la cabeza; pero el hueco del corazón seguía allí, y no podía dejar de pensar en ella. Estará en alguna parte de esta ciudad con su bastardo en la tripa, mirando lo que pasa. Mirando cómo a los teules nos hacen filetes. Igual hasta piensa en mi. Igual se pregunta si he logrado pasar. Igual hasta siente que me vaya.Más Indios. Ahora ya no intentó escapar. Carecía de fuerzas, así que acuchilló resignado, una y otra vez, cuando la turba le cayó encima dando alaridos. Acuchilló a tajos con una mano sobre el saco de oro y la daga en la otra hasta que sintió un golpe en la cabeza, y luego otro, y otro, y varias manos lo sujetaron, y aún intentó clavarles la daga hasta que comprendió que ya no la tenía. Entonces le arrancaron el saco de oro y se lo llevaron por la calzada bajo la lluvia, a la carrera, arrastrando los pies por el suelo, hacia una de las pirámides cuyos escalones brillaban rojos a la luz de las antorchas en las que crepitaba la lluvia. Y gritó, claro. Gritó cuanto pudo, desesperado, de forma muy larga, muy angustiada, a medida que lo iban subiendo a rastras pirámide arriba. Gritó de pavor ante la multitud de rostros que lo miraba, y de pronto dejó de gritar porque la había visto a ella. La había visto allí, entre la gente, observándolo fijamente con aquellos ojos grandes y oscuros. Lo miraba como si quisiera retenerlo en su memoria para siempre; y él apenas tuvo tiempo de verla un instante, porque siguieron arrastrándolo hasta el altar ensangrentado, que rodeaban cadáveres de españoles con las entrañas abiertas. Ahora oía otra vez los tambores. Bum, bum, bum. Tiene huevos acabar así, pensó. Bum, bum, bum. Es un lugar extraño, y nunca imaginé que fuese de esta manera. Sintió cómo lo levantaban en vilo, tumbándolo boca arriba sobre el altar mojado que olía a sangre fresca, a vómitos de miedo, a vísceras abiertas. Le quitaron el peto, el jubón y la camisa. Sentía un terror atroz, pero se mordió la lengua para no gritar, porque ella estaba allí, alrededor, en alguna parte, y él sabía que seguía mirándolo. Varias manos le inmovilizaron brazos y piernas. Quiso rezar, pero no recordaba una sola palabra de maldita oración alguna. Tenía los ojos desorbitados, muy abiertos a la lluvia que le caía en la cara, y de ese modo vio el cuchillo de obsidiana alzarse y caer sobre su pecho, con un crujido. Y en el último segundo, antes de que la noche se cerrara en sus ojos, aún pudo ver latir en alto, entre las manos del sacerdote, su propio corazón ensangrentado. Ojalá, pensó, mi hijo tenga los ojos azules.

(Arturo Pérez-Reverte).

"...Como no es posible renunciar a la patria, yo, español y caballero, sentía el corazón henchido de entusiasmo, y poblada de visiones gloriosas la mente, y la memoria llena de recuerdos históricos. La imaginación exaltada me fingía al aventurero extremeño poniendo fuego a sus naves, y a sus hombres esparcidos por la arena, atisbándole de través, los mostachos enhiestos al antiguo uso marcial, y sombríos los rostros varoniles, curtidos y con pátina, como las figuras de los cuadros muy viejos. Yo iba a desembarcar en aquella playa sagrada, siguiendo los impulsos de una vida errante, y al perderme, quizás para siempre, en la vastedad del viejo Imperio Azteca, sentía levantarme en mi alma de aventurero, de higalgo y de cristiano, el rumos augusto de la Historia..."


(Ramón María del Valle-Inclán. Sonatas).

Trilogía. Tu rostro mañana.

"...Nunca me tuvisteis en lo que yo os he tenido, ni aspiraba a ello; me manteníais lejos, sin que os preocupara nada si jamás habíamos de volver a vernos, y no os lo reprocho en modo alguno; pero lamentaréis mi marcha y lamentaréis mi muerte, porque gusta y contenta saberse amado..."

(Javier Marías. Tu rostro mañana).

El pintor de batallas (fragmento).

"...Esa mañana, contemplándola dormida entre las sábanas arrugadas de la cama del hotel, Faulques sintió el desgarro de celos futuros superpuesto al de celos retrospectivos: desde los hombres que un día la verían moverse por museos y calles de ciudades y habitaciones sobre viejos ríos, a los que la habían visto así en el pasado. Sabía, porque ella se lo contó, que un fotógrafo de modas y un modisto bisexual fueron sus primeros amantes. Estaba al tanto de eso muy a su pesar, pues Olvido lo mencionó en una ocasión, sin que viniera a cuento ni él preguntara nada. Casual o deliberadamente, lo dijo y se quedó mirándolo atenta, al acecho, hasta que él, tras una breve pausa silenciosa, habló de otro asunto. Y sin embargo, la idea había despertado en Faulques (le ocurría aún) una fría cólera interior, irracional e inexplicable. Nunca mencionó en voz alta lo que ella le había confiado, ni habló de sus propias experiencias, excepto a modo de broma o comentario casual; como excepto a modo de broma o comentario casual; como cuando, al comprobar que en algunos de los mejores hoteles y restaurantes europeos y neoyorkinos ella era cliente conocida, Faulques apuntó, burlón, que también en los mejores burdeles de Asia, África y Latinoameríca lo conocían a él. Entonces (esa fue la respuesta de Olvido) procura que yo me beneficie de ello. Era en extremo perspicaz: sabía mirar los cuadros y a los hombres. Y capaz, sobre todo de escuchar cada silencio con mucha atención; como si fuese una alumna aplicada ante un problema que el profesor acabara de exponer en la pizarra. Desmontaba cualquier silencio pieza a pieza, igual que un relojero desmonta relojes. Por eso adivinaba con facilidad la desazón de Faulques en la rigidez repentina de sus músculos, en la expresión de sus ojos, en la forma de besarla o de no hacerlo. Todos los hombres sois considerablemente estúpidos, decía interpretando lo que él nunca dijo. Hasta los más listos lo sois. Yo no soporto eso. Detesto que se acuesten conmigo pensando en quién se acostó antes, o quién se acostará después..."

(Arturo Pérez-Reverte. El pintor de batallas. Editorial Alfaguara.)