Nunca, nunca te cases, amigo mío, este es mi consejo, no te cases
hasta que no te digas a ti mismo que has hecho todo lo que puede ser hecho, y
hasta que no dejes de amar a la mujer que has elegido, hasta que no la veas
claramente; o te equivocarás cruel e irreparablemente. Cásate cuando seas un
viejo inútil… Si no morirá todo lo que en ti es bueno y elevado. Todo se desvanecerá
en menudencia. ¡Sí, sí, sí! No me mires con esa sorpresa. Si espera algo de ti
mismo en el futuro, a cada paso te darás cuenta de que todo ha terminado para
ti, que todas las puertas se te han cerrado, excepto la del saloncito en el que
estarás al mismo nivel que un criado y un idiota. ¡Eso es todo!
Necesito valor para la batalla,
Pero aún más para afrontar tus lágrimas,
Quiero conquistar los laureles del héroe,
Para depositarlos a tus pies.
Decía que sólo existen dos causas de los vicios humanos: la holganza y la superstición,
y que sólo existen dos virtudes: la actividad y la inteligencia.
- Yo no puedo opionar de tal modo -respondió fríamente el
príncipe Bolkonski-. Antes que un filósofo soy un hombre y por eso parto.
- Querido mío, es uste un héroe -dijo Bilibin.
- En absoluto; soy un simple oficial, que cumple con su
deber, eso es todo -dijo, no sin orgullo, el príncipe Andréi.
Si un hombre que no está seguro de sí mismo calla al conocer
a alguien y exterioriza la conciencia de la inoportunidad de su mutismo y el
deseo de encontrar algo que decir, perderá mucho a ojos de la gente de mundo.
Pensaba en la insignificancia de la grandeza y la insignificancia
de la vida, de la que nadie podía comprender el sentido y aún más sobre la insignificancia
de la muerte, el sentido de la cual nadie de los vivos podía entender ni
explicar.
Estaría bien, pensó el príncipe Andréi, mirando a la imagen
que su hermana le había colgado con tal piedad y emoción-, estaría bien si todo
fuera tan claro y sencillo como le parece a la pobre, bondadosa y encantadora princesa
María. Qué bien estaría saber dónde buscar ayuda en la vida y saber que su
significado nos va a ser develado y hallar ayuda incluso en la muerte, sabiendo
firmemente qué habrá tras la tumba. Pero para mí ahora mientras muerto. No hay
nada seguro excepto la insignificancia de todo lo que conozco y la grandez de
algo que me es desconocido, desconocido pero importante.
A nosotros no nos es dado juzgar lo que es justo e injusto.
Los hombres siempre se equivocan y se equivocarán siempre aún más cuando juzgan
lo que es justo y lo que no lo es. Solamente hay que vivir de manera que no
tengamos que arrepentirnos. Joseph Maistre dijo con razón: <<en la vida sólo
hay dos verdaderas desgracias: el remordimiento de conciencia y la enfermedad.
Y la felicidad es solamente la ausencia de esos dos males>>. Vivir para
mí mismo, evitando sólo para mí mismo esos dos males, ésa es ahora toda mi
filosofía.
Y cómo ha terminado y cuál ha sido el resultado de esa
guerra, son cosas en las que deben pensar aquellos que no han participado en
ella.
Como siempre, la vida con sus intereses en el trabajo y el
descanso, el deseo y la pasión, las ideas y la ciencia, la música y la poesía,
transcurre más allá de cualquier disposición estatal.
Sonriendo, se interrumpirán con un nuevo placer para ellos:
los recuerdos. Pero no los tristes recuerdos propios de la vejez, sino los poéticos
de la infancia; del pasado más lejano en donde los sueños se confunden con la
realidad.
-¿Cúantos habientes tiene, cuántas casas, cómo son esas
casas? ¿Cuántas iglesias hay? -preguntaba Napoléon. Y ante la respuesta de que
había más de doscientas iglesias, dijo que la gran cantidad de monasterios e
iglesias que había advertido en Polonia es señal de atraso del pueblo.
Balashov, respetuosa y alegremente hallando lugar para su pulla diplomática, se
permitió no estar de acuerdo con la opinión del emperador francés advirtiendo
que había países donde la civilización no puede aniquilar el espíritu religioso
del pueblo. <<Esos países son Rusia y España>>.
El francés está seguro de sí mismo porque se considera completamente
fascinante para hombrees y mujeres, tanto intelectual cojo físicamente y por
eso resulta risible. El inglés está seguro de sí mismo porque es ciudadano del país
más civilizado del mundo y como inglés sabe todo lo que debe hacer y por lo tanto
saber sin lugar a dudas que todo lo que como inglés hace, está bien. El italiano
está seguro de sí mismo porque se emociona y se olida fácilmente de sí mismos y
de los demás. El ruso está seguro de sí mismo precisamente porque no sabe ni
quiere saber nada. El alemán es el que está seguro de sí mimos más firmemente
que ninguno, porque él conoce la verdad, la ciencia que él mismo ha inventado,
pero que para él es la verdad absoluta.
Me doy cuenta de que empiezo a comprender demasiado. Y al hombre no le conviene probar del árbol de la ciencia del bien y del mal.