sábado, 23 de mayo de 2020

Memorias del subsuelo. Fedor Mijailovich Dostoievski.


"Sin embargo (estoy firmemente convencido de ello), la conciencia, toda conciencia es una enfermedad."

"Nuestros deseos son equivocados con gran frecuencia, porque nosotros nos equivocamos en la valoración de nuestros intereses. Aspiramos a cosas inconvenientes porque nuestra estupidez nos hace creer que pretendemos lo que nos conviene."

"Si nuestra voluntad se enfrenta con nuestra razón, podremos razonar y no desear, ya que a un ser que razona le es imposible desear estupideces, ir conscientemente en contra de la razón, perjudicarse a sabiendas…"

"Entre los recuerdos que todos conservamos de nosotros mismos, hay algunos que sólo se los contamos a nuestros amigos. Otros, ni siquiera a nuestros amigos se los queremos confesar y los guardamos para nosotros mismos bajo el sello del secreto. Y existen, en fin, cosas que el hombre no quiere confesarse ni siquiera a sí mismo. En el curso de su existencia todo hombre honrado ha acumulado gran cantidad de estos recuerdos. Incluso me atrevería a decir que su número está en proporción directa con la honradez del hombre."

"¿Qué objeto tiene nuestra agitación? ¿Qué buscamos? ¿Qué deseamos? Ni nosotros mismos lo sabemos. Es más, si nuestros deseos se cumpliesen, no nos sentiríamos felices.

viernes, 15 de mayo de 2020

Y te irás de aquí. Patricia Kal.

"Como tantas otras cosas, lo que le imprime a mi vida, de un tiempo a esta parte, una penosa sensación de liturgia demasiado repetida para comparecer en ella con la suficiente energía, o lo que es lo mismo, fingiendo algún interés en su desarrollo. Y a pesar de ello me doy cuenta de que tengo que tomármelo en serio, de que es algo grave, de que habrá dolor y desastres y alguien, quizá yo misma, se verá necesitada de recibir del prójimo piedad y comprensión."

"Un error táctico que desembocó en algunas voces, reproches ya antiguos, argumentos que no aspiran a persuadir, y al final el cansancio y el silencio."

"Sé lo que sigue luego, conozco bien la sal y la soledad y el espanto del naufragio, así que no es inconsciencia ni ignorancia, sino quizá algo mucho peor. La necesidad oculta de desbaratarlo todo, de no llegar a estar nunca en casa, abrigada, a salvo de cualquier contrariedad."

"Quiero creer que no soy sólo yo, que a partir de cierta edad, y la edad en cuestión llega pronto, mucho más pronto de lo que nos gustaría, todas las mujeres, pero también todos los hombres, se sienten atrapados en un ritual ridículo cuando se miran en el espejo. Un examen donde el ego que cada cual guarda en un estuche mugriento apremia para darse una aprobación indulgente e inmerecida, esa que jamás le daríamos a quien no lleva nuestro nombre ni nuestra osamenta, si se ofreciera en una desnudez tan miserable a nuestra malévola contemplación."

"Cuándo nos volvimos tan imbéciles como para objetar lo que la naturaleza le adjudicó a cada cual, abriendo este melón odioso al que nos asomamos una y otra vez, atrapados en el dilema de dejarnos llevar por la moda, siempre banal y alienante, o apostar por un criterio personal que pueda fallarnos en la coyuntura más inoportuna."

"Hace tanto tiempo que he dejado de creer en lo que hago, y por qué lo hago, que veo a estas personas también descreídas y desalojadas de sus ilusiones, si alguna vez las tuvieron, y me pregunto cómo hemos permitido que nos reduzcan a lo que nos han reducido. Cómo hay quien puede, incluso, mantener sus esfuerzos y su entusiasmo prendidos en alguna medida a la tarea, a cambio de ese sucedáneo de combustible vital que es el cumplimiento de una ambición empresarial o dineraria."

"Me pareció maravillosamente elegante tu forma de estar y no estar allí. De acompañar a tu mujer, como era tu obligación, me gusta la gente que cumple con su obligación, pero sin dejar que te rozara por un momento la nube de chorradas que flotaba en la fiesta. Me gusta la gente que no se deja atrapar, que sabe quedarse al margen, echarse a un lado y dejar que ardan otros en los fuegos fatuos."
"no creo que pueda intuirlo siquiera, pero hundiéndome en ella me libero de todos mis logros, que son mi extravío; de todas mis capitulaciones, que son los hierros de mi prisión; de mis descoloridas esperanzas, que son el señuelo de la trampa en la que vivo cayendo. No creo que lo perciba, pero en ella me atrevo a todo lo que la nada que tengo me empuja a atreverme. En ella soy, y a la vez dejo de ser."

"Sigo viéndolo todo como esa niña que aquí comprendió que estaba sola, que siempre estaría sola, y que con los demás sólo podían negociarse arreglos más o menos fugaces, más o menos inseguros, amenazados de ruina por todas partes, empezando por mí misma, término ineludible de la ecuación y factor primero de su fragilidad y de su predisposición al colapso."

"hay personas que no se hacen en nuestra vida el sitio suficiente para que les debamos la verdad."

"Es penoso, incluso un poco sórdido, que el amor, la vida y las ilusiones compartidas se zanjen en estos términos, burocráticos y patrimoniales. Que todo lo que quede de la pasión, cuando la pasión ya no está, sean papeles de notarios y de jueces que sólo resuelven el destino de las cosas, muebles e inmuebles, mientras nadie se ocupa de encauzar la zozobra de las personas. Y es aún más penoso cuando eres tú quien lo ha desencadenado todo."

"—Si dejas que otra persona se vaya haciendo un hueco en tus días, el compromiso, de una manera u otra, acaba apareciendo."

"No sé qué odio más, si los giros indirectos, si los eufemismos o si el nauseabundo subjuntivo, la peor de las muchas formas de no llamar a las cosas por su nombre que han inventado los políticos y sus voceros."

"Permíteme que como despedida, antes de disolverme en la nada y en el silencio eterno, te deje una pregunta, que es la que importa de veras, la única a la que es imperativo y perentorio que aciertes a encontrar una respuesta: ¿cuánto de verdad eres tú?"

viernes, 8 de mayo de 2020

El barón rampante. Italo Calvino.

La agitación de los tiempos contagia a muchos una necesidad de revolverse pero en sentido contrario, fuera de lugar.

La empresas que se basan en una tenacidad interior deben ser mudas y oscuras; a poco que uno las declare o se glorie de ellas, todo parece fatuo, sin sentido e incluso mezquino.