Pues mira, hijita, si todos los feos tuviéramos la obligación de quitarnos de en medio, ¡cuán despoblado se quedaría el mundo! ¡Podre y desgraciada tontuela! Esa idea que me has dicho no es nueva. Tuviéronla personas que vivieron hace siglos, personas de fantasía como tú, que vivían en la Naturaleza como tú, y que como tú carecían de cierta luz que a ti te falta por su ignorancia y abandono, y a ella porque aún esa luz no había venido al mundo… es preciso que te cures de esa manía; es preciso que te hagas cargo de que hay una porción de dones más estimables que el de la hermosura, dones del alma que ni son ajados por el tiempo, ni están sujetos al capricho de los ojos. Búscalos en tu alma y los encontrarás. No te pasará lo que con tu hermosura, que por mucho que en el espejo la busques, jamás la hallará. Busca aquellos dones preciosos, cultívalos, y cuando los veas bien grandes y florecidos, no temas; ese afán que sientes se calmará. Entonces te sobrepondrás fácilmente a la situación desairada en que te ves, y elevándote tendrás una hermosura que no admirarán quizás los ojos, pero que a ti misma te servirá de recreo y orgullo.
miércoles, 13 de agosto de 2025
martes, 12 de agosto de 2025
Hombre caído. Fernando Aramburu.
Todos los años, al llegar el
invierno, las relaciones entre vecinos se tornan esporádicas, de lo cual me
alegro. Salvo excepciones, el contacto se reduce a encuentros fortuitos en la
calle. No me considero una persona insociable; simplemente no tengo necesidad
de estar acompañado a todas horas, sonriendo sin ganas y fingiendo interés por
asuntos ajenos que me causan un mortal aburrimiento.
A mí me iban a costar mucho
esfuerzo pues carezco de destreza para traducir a lenguaje oral mis emociones,
especialmente si son intensas o han de parecerlo.
Siempre me he defendido mejor por
escrito. Esto no significa que por escrito me defienda bien, simplemente me
siento más seguro, menos expuesto a las vacilaciones y la timidez.
Su hija le había dicho que lo
odiaba. ¿Cómo se le puede decir a un padre semejante barbaridad? Un hombre
cercano a los sesenta, cada vez más metido en achaques, en soledades tristes,
viudo desde hacía pocos meses, que no tenía más que aquella hija.
Él desea creer que fue un
arrebato. Son cosas que se dicen sin pensar. Ahora bien, que no se piensen no
significa que no se sientan. Y aún menos que no hagan daño.
En algún sitio había leído que la
cólera se asemeja a la ebriedad y a la locura. Al derribar las paredes del
disimulo, descubren las verdades escondidas.